9 DE AGOSTO: ERES TÚ JESÚS, A QUIÉN BUSCO.

Mateo 17, 14-20  “Porque les falta fe”.

Los discípulos de Jesús le cuestionaban por qué ellos no podían hacer los milagros que hacía él, cómo es que ellos en ocasiones, no podían expulsar demonios. Y la respuesta de su Maestro es muy clara: “porque les falta fe”.

Y nosotros, ¿cómo andamos de fe?

Muchas personas creen que la fe es algo hereditario. ‘Si mi mamá tiene fe, yo también, no ocupo hacer nada mas’. Y bueno, tal vez la influencia de la madre o de otras personas tenga mucho que ver en nuestra devoción, pero no porque ellos sean personas de fe, automáticamente nosotros también.

La fe es Jesucristo, y se llena nuestro corazón de él, cuando le pedimos a Dios Padre que nos llene de su gracia. ¡Sí! ¡La tenemos que pedir! Todos los días. Padre, dame tu gracia de la fe. Que tu fe sea conmigo, o bien que Jesús esté conmigo.

Todos tenemos una gran necesidad de Dios, y aunque haya quienes lo nieguen, en algún momento de su vida, se darán cuenta que nuestro motor es el Espíritu Santo, sí, que aquello que nos motiva a hacer las cosas conscientemente en la verdad, no es otro que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

Pero si crees que andas corto del amor de Jesucristo, nuestro Señor, alégrate, porque hoy es el día perfecto para ponerle un remedio a esta situación. Juntos, vamos empezando a rezar, no es difícil, podemos ir a un lugar tranquilo, donde el ruido exterior de nuestro entorno no nos interrumpa. La oración es una conversación con Dios. Podemos poner en él, lo que nos lastima, ese dolor en el cuerpo, la angustia que nos aplasta el corazón; podemos decirle que hemos cometido muchos errores y que estamos arrepentidos. En este diálogo con Dios, sabemos que él nos entiende porque él hecho Hombre en Jesucristo, sufre como nosotros, fue lastimado, lloró, y se preocupa de que podamos conocer su Palabra de vida eterna para ayudarnos a salir adelante, quiere lo mejor para todos, que sepamos que es su amor el que nos fortalece, es su gracia la que nos indica el camino que nos acerca más a él.

No tengas miedo, llenarnos de fe es alimentarnos de amor, de perdón, de misericordia y eso va a ser siempre un descanso para nuestra alma y poder aceptar con alegría la paz que Dios siembra en nuestro corazón, a través de su amor.

Propósito de hoy: Padre de amor, llena mi vida de fe, lléname de Jesucristo, que sea tu voluntad y no la mía.