Lucas 9, 28-36 “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”.
El misterio de la Transfiguración de Jesús sucede al subir al Monte Tabor, 40 días antes de la Exaltación de la Cruz. Es el primer anuncio de la Pasión de Cristo.
En la transfiguración Jesús vive por adelantado su resurrección para ayudar a sus discípulos a comprender que, es verdad que va a pasar por mucho sufrimiento, que va a morir, pero que también va a resucitar. Imagina cuando sabes que alguien a quien amas va a morir, cuesta trabajo aceptar, tal y como les sucede a ellos.
Al transfigurarse, en la presencia de sus discípulos, al lado de Elías, el padre de los profetas y de Moisés, el guardián de la ley, Jesus muestra su ser Uno con el Padre, sus vestiduras se vuelven blancas como la luz, porque se revela como la Luz del mundo y se escucha la voz de Dios diciendo: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. La revelación de Jesús como el Señor de la Gloria, contesta ante el rezo de Moisés: “por favor, muéstrame tu gloria”, y Dios le muestra a Jesús, aquel sobre el que brilla la gloria de Dios.
La voz en la montaña señala a Jesús, como aquel que debe ser escuchado y es que Jesús es Palabra viva, es la Palabra de vida, es Palabra de verdad. Debemos tener esto presente todos los días de nuestra vida, porque Jesus es el Camino, la Verdad y la Vida y para llegar hasta el Reino de los cielos, debemos seguir con intensión el camino que Jesús resucitado pone frente a nosotros.
Igual que los discípulos, hay muchas cosas que nos dan miedo, que nos causan temor porque no las entendemos, pero al vivir la Transfiguración del Señor, nos podemos llenar de esa fortaleza del Espiritu Santo para aceptar lo que hay en el camino. Así comp Jesús se fortaleció con la presencia de Elías y de Moisés al transfigurarse, nosotros debemos saber elegir en quién ponemos nuestra confianza, a quien vamos a elegir como modelos de vida que nos van a ayudar con su ejemplo a reconocer el sentido de nuestra vida y así poder ir por el rumbo correcto. “Es bueno estar aquí”, dice Pedro, en la presencia de Dios, nos da lo que necesitamos, nos saca de nosotros mismos, nos da lo que busca nuestro corazón: consuelo, paz, perdón y principalmente amor para llevar una vida donde sea la voz de Dios la que nos guía para que ésta, sea plena.
Propósito de hoy: Quiero saber escuchar tu voz Padre, dame la inteligencia necesaria para entender y el valor para tomar decisiones y ser siempre un servidor de tu verdad.