3 DE AGOSTO: GRACIAS POR LAS BENDICIONES QUE ME HAS DADO.

Lucas 12, 13-21 “La vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

“¡Insensato! Esta noche vas a morir”.

Las palabras de Jesús, sin rodeos, nos hablan con la sabiduría de Dios. Poner nuestra felicidad en los bienes materiales que poseemos nos aleja de la vida mística y devota que da la verdadera felicidad, esa que viene de él, de su misericordia, de su amor.

Este Evangelio nos habla de la discreción con que hay que vivir la vida. No quiere decir que la riqueza material sea mala, no; si no cuál es el uso que le damos a nuestros bienes. De qué manera nos comportamos cuando tenemos más que los demás, “¿para quién serán todos tus bienes?”, nos pregunta Jesús, “lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

Pero ¿qué es lo que vale ante Dios? ¡Nuestro corazón! ¡El amor del que somos capaces de sentir y de dar! ¡La manera en que servimos a los demás! Porque todas estas son virtudes que aprendimos de su Hijo Jesucristo. Sí, la entrega desinteresada por el bien común, para que los demás tengan las mismas oportunidades, la dignidad de nuestros hermanos, nuestro comportamiento ante el que quiere aprender, al que escucha. Sí, nuestra bondad, y ese sentido del servicio con alegría a quién nos necesita. Imitar a Jesús toma una gran determinación, un gran esfuerzo pero, ¿qué vamos a recibir a cambio? ¡Que Dios nos vea! Que nos identifique como sus hijos amados, que nos ayude a llegar hasta el Reino de los cielos.

La riqueza que hay que cultivar es esa del amor de Dios, el que encontramos en la Eucaristía, donde Jesús se entrega a nosotros. Aprender a orar con intención, no solo de dientes hacia afuera y que nuestra fe se vea reflejada en todos lados, no solo en el templo donde muchas personas quieren darse a ver como buenas y compasivas, pero al salir del templo son personas falsas que solo hacen quedar mal visto a Dios, inclusive en sus propios hogares.

La riqueza de la que debemos preocuparnos es la del alma, la del contenido de nuestras acciones, la que estamos dispuestos a compartir con los demás. Nos decía Santa Teresa de Calcuta, “por tus obras serás reconocido”. Así que ¡vamos haciendo el bien a los demás, dejando buena semilla, cosechando buen fruto de amor, para ser reconocidos en el Reino de Dios!

Propósito de hoy: Padre, dame la fortaleza de tu Espíritu para desarrollar los dones que has puesto en mí y usarlos para tu gloria al servicio de todos aquellos que encuentro en mi camino hacia tu casa, que está lleno de bendiciones.