Mateo 10, 7-15 “Que haya paz en esta casa”.
Jesús le dice a sus discípulos que salgan a proclamar la verdad de Dios y que al llegar a una casa no olviden desearle la paz a los ahí presentes.
Y tú, ¿has llegado así a la casa de alguien?, ¿Deseándoles la paz? ¡Qué bonito! Ojalá lo hagamos una costumbre, saludar a los demás con el amor de la paz de Dios, en nuestro corazón.
Jesús nos invita a seguir sus pasos, le dice también a los discípulos que les ha sido dado la gracia para sanar enfermos, expulsar demonios, resucitar muertos, todo en el nombre de Dios y los envía como misioneros de vida, a compartir su Palabra y su amor tan grande hacia Dios Padre, con los demás.
Nosotros también somos sus discípulos, y está en nosotros reconocernos como sus hijos, para caminar sabiendo que es Dios nuestro Pastor, es quién no nos abandona, es en quién ponemos nuestra confianza. Para esto, sí, hay que tener más fe y ésta se la pedimos a él mismo en nuestra oración diaria, en el momento de la reconciliación, al partir el pan ya sea en nuestro hogar o al recibirlo en la Eucaristía. Crecemos en fe cuando en nuestra mente están las obras de misericordia y actuamos, hacemos algo diferente a los demás; nos entregamos al servicio en el no,bre de Dios y aunque parezca imposible, no lo es.
Estar al servicio de los demás en el nombre de Dios, es compartir nuestro tiempo con nuestros abuelos, escuchándolos, acompañándolos, comiendo con ellos; o está cuando ayudamos en algo para el bien común, cuando le damos gracias a nuestros padres o hermanos por la convivencia que tenemos a diario. El servicio es una respuesta de amor, ante los dones y bendiciones que recibimos de Dios. No se necesita ser cristiano para conocer la bondad y la misericordia, todos tenemos la capacidad de dar, de ser buenos, de tener compasión por los que tienen menos, por los más necesitados, por el que sufre.
Cuando digamos “Que haya paz en tu hogar”, lo digamos con un corazón sincero y amoroso, como seguramente lo dijo Jesús a sus discípulos.
Propósito de hoy: Que la paz esté contigo, amigo que lees mis reflexiones y que nunca te haga falta el amor de Jesucrsito que vive ya, en tu corazón. Solo debes dejarlo ser.