19 DE JUNIO: EN ORACIÓN CON JESUCRISTO.

Mateo 6, 7-15 “El Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”.

Al hacer oración, estamos poniéndonos en comunicación con Dios, y aunque la lectura diga que el Padre sabe lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos, nosotros debemos pedírselo. Sin embargo, a veces ¡qué difícil es pedir!, ¿verdad?. Pero, en la humildad de nuestro amor, cuando se trata de Dios, nuestra fe nos permite constantemente estarle pidiendo algo. Y es que, confiamos en Dios, creemos en su palabra y sabemos que él, con su compasión, con su misericordia y con su paciencia nos escucha, aún si le pedimos lo mismo todos el tiempo.

“Padre, protege a mis hijos”,
“Padre, dame salud”,
“Padre, ten piedad de mí”,
 “Padre, ayúdame”,
“Padre, cuídanos cuando salimos de casa”

…y así, tú puedes agregar a la lista, lo que tú le pides a Dios todos los días y te vas a dar cuenta, de que le pides mucho y con frecuencia. Pero, ¿qué pasa? ¡No nos damos cuenta! Y ¿qué más pasa?, que en ese no darnos cuenta no entendemos que él sí. Él nos escucha, él quiere que en  nuestro caminar diario: ¡nos demos cuenta de que lo necesitamos! Él no se cansa de nuestras peticiones, al contrario, él quiere que le hablemos todo el tiempo, en lo sencillo y en lo difícil. ¡Él nos ama! Y nos espera.

Vamos pidiendo que nunca se nos olvide, que es la fortaleza de Dios, en la oración, en las buenas acciones, en el agradecimiento, en él perdón, y en el amor, lo que nos va guiando hacia el punto, donde alcancemos a conocer la felicidad. A veces en la dificultad, nos sentimos abandonados, tal vez como Jesús en la cruz, pero es cuando más está Dios con nosotros, haciéndonos fuerte para poder sobrellevar nuestros dolor, nuestra angustia, y si, a veces ese sentimiento de rencor o de culpa. Y es Dios también, el que nos ayuda a desechar lo malo, a olvidar lo que nos lastima…él solo quiere que nos demos cuenta que nos acompaña. Y darnos cuenta de Dios, es por medio de reconocernos necesitados de su misericordia.

En este Evangelio de Mateo, Jesús nos enseña a hablarle a nuestro Padre y nos invita a orar con él, uniéndonos para que nuestro Padre nos escuche y nos cubra con su gracia:

“Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu Reino,

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal”.

Propósito de hoy: Padre, te pido que nunca te olvides de mí y que sepas escuchar hablar a mi corazón. Amén.