Juan 17, 1-11 “La vida eterna consiste en que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado”.
Este Evangelio de Juan es muy profundo y les invito a que tomen su Biblia y lo lean y lo sientan. Jesús nos habla de su misión en el mundo y de cómo a él, le fuimos entregados por Dios Padre, para que nos enseñara a escuchar su voz, para que aprendiéramos que todo lo que viene de Jesús viene del Padre. Y no dice que conocer a Dios como el Dios verdadero y a Jesucristo su único Hijo, es la respuesta a tener la gracia de Dios para la vida eterna. Porque no morimos, nacemos en él.
Y nos preguntamos entonces: ¿que debo hacer para tener vida eterna?
¡CREER EN DIOS, CREER EN QUE JESÚS ES DIOS MÍSMO Y CREER EN EL ESPÍRITU SANTO, COMO UN SOLO DIOS!
Y lo aprendimos en el catecismo, desde que éramos chicos: “Creo en un solo Dios, padre todo poderoso…creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios…creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo”, porque son uno mismo, son la Santísima Trinidad que nos guía en el camino hacia la vida eterna.
Y ¿cómo damos testimonio de que creemos en la Santísima Trinidad? Con el ejemplo. No es solo vivir una vida donde creemos que lo estamos haciendo bien, no, también implica que nuestras acciones vayan dirigidas hacia el bien común, respetando la dignidad humana, practicando obras de bondad y de misericordia, siguiendo los mandamientos con intención. Sí, de verdad, por ejemplo, respetando a nuestros padres todo el tiempo, teniéndoles paciencia, ayudándolos en su vejez, pero con amor y no solo cuando hay alguien que nos vea, por mencionar una. Creer en Dios consiste en compartirlo con los demás, sí, en hablar de él, de las bendiciones que recibimos y de cómo al dejarnos amar por él, recibimos ese consuelo para nuestra alma que nadie más nos puede dar; solo hay que confiar y amarlo por que creemos en él y en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro, donde son los brazos de Jesús los que nos esperan para llenarnos de paz en la vida eterna.
Que el mundo y la vida cotidiana, jamás nos lleven hacia el vacío de una vida sin propósito y que podamos darnos cuenta que ninguna posesión material nos hace mejores que otros; que es por nuestras obras que vamos a ser reconocidos por Dios, en el último día, así como nosotros lo reconocemos a él en éste día y todos los que por su gracia, vivimos.
Propósito de hoy: Quiero hablar de ti con los demás, porque tú llenas mi vida con bendiciones que no merezco, tú me guías para tomar las mejores decisiones y tú siempre estás ahí, para tomar mi mano cada vez que te necesito. ¡Quiero que todos te conozcan, con mi ejemplo, porque sin ti, mi vida no tendría razón de ser! Ayúdame Padre, a ser ese ejemplo de amor, para los demás.