17 DE MAYO: GRACIAS PADRE, POR RECONOCERME.

Juan 14, 7-14 “Cualquier cosa que pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo”.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son la misma persona, son la Santísima Trinidad, que es la unión de amor entre el Padre, Jesús el Espíritu Santo;  Jesús es concebido por el Espíritu Santo y glorificado el día de su muerte. Escuchamos que Jesús nos dice con frecuencia que el que crea en él, cree en el Padre, porque permanece en él, porque son el mismo.

Entendemos en este Evangelio de Juan, que, al hablar con Jesús, estamos hablando con Dios; al pedirle algo a Jesús, también le estamos pidiendo algo a Dios. Y de igual manera cuando hablamos con Dios, hablamos con Jesús con quién nos podemos identificar, porque es Dios hecho Hombre para nuestra mejor comprensión de la Palabra de vida eterna que ha venido a enseñarnos.

Nosotros, en nuestro haber diario, no debemos poner límites a nuestro amor a Dios, ni condiciones tampoco, porque él no nos abandona y no importa cuántas veces nos equivoquemos, incluso si nos alejemos de él, él nos ama  incondicionalmente. Siempre quiere lo que es mejor para cada uno de nosotros, aún cuando nos olvidamos de él. A Dios Padre y a Dios Hijo les agrada que nosotros le pidamos algo; que sane nuestro dolor, que cure nuestras heridas, que nos ayude en el trabajo, que no nos suelte de la mano. Pero a veces nosotros creemos que si ya le pedimos algo una vez, no podemos volver a pedirlo y es cuando nos equivocamos. A Dios hay que pedirle todos los días, es así como le hacemos saber nuestra fe, que creemos en él, que confiamos en su Palabra y que lo necesitamos.

Vamos poniendo en práctica agradecerle a Dios por todo lo que nos da, por la gracia de su amor, por su compasión al perdonar, por que no se da por vencido, siempre alerta, atento, misericordioso. Que nuestro día comience por darle gracias por nuestros dones y talentos y por el milagro de la vida que se hace presente en cada uno de nosotros.

Propósito de hoy: Gracias Padre por creer en mi, por confiar que estás presente en mi vida, por reconocerte dentro de mi corazón.