22 DE ABRIL: ME HAS LLAMADO POR MI NOMBRE.

Juan 20, 11-18 “Mujer, ¿por qué estás llorando?”

¿Qué tanto conocemos a las personas? Jesús conocía bien a sus amigos.

Cuando María Magdalena va a buscar a su amo a la tumba donde fue enterrado y no lo encuentra, podemos imaginar la angustia que sintió, ese vacío repentino en su corazón de no ver a Jesús, al ver una tumba vacía.

En su desconcierto ella pregunta a quién cree que es el jardinero: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto”. Y es cuando el amor de Jesús se presenta ante esta mujer y le dice: “¡María!”. Así sencillamente le habla por su nombre y en ese instante ella lo reconoce, con tan solo escuchar su nombre y nos cuenta el Evangelio: “Ella se volvió y exclamó: “¡Rabuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’.”

¿Cómo nos sentimos nosotros cuando alguien nos habla por nuestro nombre? Tal vez como la oveja perdida que es encontrada por alguien que nos busca con amor, por alguien que se preocupa por nosotros, por alguien que en su corazón nos reconoce siempre. Jesús conoce a sus ovejas, sabe exactamente nuestro dolor o nuestra alegría y nos enseña que con solo decir su nombre, él va a estar presente en nuestro corazón. Es Jesús, el que resucitó al tercer día, el que no nos abandona.

Acabamos de vivir 40 días especiales, donde tal vez hicimos algún sacrificio, días de silencio, días en que procuramos hacer las cosas diferente. Y cada año, es solo un tiempo en que tenemos la oportunidad de conversión. ¡Sí! Para empezar una vida nueva dejando atrás los sentimientos que nos alejan del amor de Dios. Pero ¿Cuáles sentimientos nos alejan de Dios? Bueno, esa vez que has odiado, o que te has querido vengar de alguien, o cuando tu corazón ha endurecido ante el dolor del otro, ante las necesidades del que tiene menos que tú y te burlas de su situación. Esos sentimientos no le gustan a Jesucristo, porque él no vino a enseñarnos a desquitarnos de otros por lo que no hacemos bien nosotros, tampoco nos enseñó que somos superiores; al contrario, el que quiera ser grande ante los ojos de Dios, que sea humilde ante los demás. Que sea el que se sienta al último y que no busca un protagonismo que no merece, que sea el primero en ayudar al que tiene necesidades y que sea el que con un corazón arrepentido se acerca al Padre a pedir perdón y el que se acerca también a su hermano a perdonar con la profundidad de su amor y a pedirle perdón al que ha hecho daño.

Mujer, estoy a tu lado y te amo…ese es el mensaje que todos, hombres y mujeres recibimos el día de hoy por parte de Jesús, vamos sintiéndonos amados por Dios, porque él siempre nos encuentra para consolarnos y repetirnos el amor que tiene para cada uno de nosotros.

Propósito de hoy: Padre, quiero darte las gracias por que en cada momento tú me recuerdas que me amas y te pido que me ayudes a tener la sensibilidad de escucharte para vivir con la gracia de tu amor para compartirlo con aquellos con quienes comparto mi vida.