Mateo 27, 62-66 “ Fueron, pues, y aseguraron el sepulcro poniendo un sello en la piedra y poniendo la guardia”.
Tenían miedo de que Jesús resucitara. Tenían miedo porque jamás lo entendieron. Tenían miedo de que fuera en verdad el Mesías. Y tú, ¿También tienes miedo?
Los sumos sacerdotes y los fariseos pidieron a Pilato que resguardara bien la tumba de Jesús, porque Jesús había dicho que resucitaría al tercer día. Y ellos creyeron que poniendo un sello en la piedra iban a impedir que Dios actuara como lo había anunciado.
La espera a la resurrección de Cristo, es una espera de amor. Muchos nos llenamos de esperanza y en silencio, junto a María, su madre, esperamos que Jesús venza a la muerte y resucite como estaba predicho para que se cumpla la Palabra de Dios. Y en esta espera, hoy Sábado de Gloria iluminamos la vela de la esperanza, la compartimos con nuestra comunidad, con nuestra familia, con nuestros padres y hermanos, con nuestros hijos y pedimos para que Jesús resucite en el corazón de cada uno de nosotros.
Vamos teniendo un momento de recogimiento y pensemos en nuestra vida. Tomemos un momento para dar gracias por lo que tenemos, por nuestra persona, por la familia, por todo lo que nos ayuda a salir adelante. Vamos dando gracias por nuestra fe. Y en ésta espera de la vida eterna del Hijo de Dios, reconozcámonos pecadores necesitados del amor de Cristo, de su piedad, de su compasión y de su perdón.
No seamos nosotros como estos fariseos y estos sacerdotes, que sellan la puerta al encuentro con Jesús. Seamos testimonio de fe, de que en nuestro corazón habita el amor de Dios. Quitemos las barreras que nos alejan de él y salgamos del dolor que nos causa la obscuridad, para que la luz que encendemos hoy, nos ilumine el camino a vencer tentaciones, a poder perdonar a los que nos ofenden y a vivir en el amor de Dios. Hoy es un buen día, en que podemos lograr llevar una vida que nos acerque más a él.
Hagamos guardia para que el amor de Jesús en la cruz, jamás se salga de nuestro actuar diario, ni de nuestro corazón.
Propósito de hoy: Con ese silencio de amor, espero que resucites en mi corazón porque quiero ser una persona nuevo que siga tus pasos y que me reconozca como tu hijo amado, todos los días de mi vida.