25 DE MARZO: ES TU VOLUNTAD, Y NO LA MÍA.

Lucas 1, 26-38 “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”.

La disposición de la joven de Nazaret, María, ante las palabras del ángel de Dios que vino a anunciarle que dará a luz a un hijo al que le va a poner por nombre Jesús, nos demuestra su confianza en Dios. “Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

Después de asustarse un poco, le dice al ángel: “Yo soy la esclava del Señor”. Y al decir que es la escalava del Señor, está reconociendo su humildad ante la Palabra de Dios, ella está lista para decir que sí, el “Fiat” de María y nos enseña que, amar a Dios tiene sus recompensas. “Nada es imposible para Dios”.

¿Cuántas veces tenemos miedo, como María? Y ¿Cuántas veces nos entregamos a Dios de manera incondicional, como María? Es buen momento para sentarnos a pensar en la respuesta que hay en nuestro corazón. ¿Estamos dejando entrar a Jesús, el Hijo de Dios, hasta lo más profundo de nuestro corazón? O simplemente ¿lo vemos pasar frente a la soledad de nuestra alma y no sabemos cómo detenerlo?

Digamos como María: “Hágase en mí según tu palabra” y podemos empezar diciéndole: “Padre, ¿Qué quieres que haga?”.

Es una buena pregunta con cuál iniciar nuestro día, vamos poniéndola en práctica, para que se haga en nosotros según su Palabra. Recibamos la Anunciación del Señor con alegría, porque en María comienza la historia de amor de Dios por nosotros.

Vivamos a la luz de María, nuestra Santísima Madre, y que nos ilumine para imitarla, para ser como ella, que acompañó, educó y escuchó a su hijo con la sabiduría de Dios. Seamos como ella que amorosamente sostuvo en sus manos a su hijo amado y supo amarnos a nosotros también sabiendo que fue por nosotros, que su hijo sacrificó su vida en una cruz. María, ejemplo de virtud, de entrega, de servicio y de perdón; que nos cubre con su manto de amor.

Acompañemos a María en este día gozoso en que un angel le dijo que sería la madre purísima del Hijo de Dios.

Propósito de hoy: Quiero recibir la anunciación del Señor en mi corazón, para vivir sabiendo que hay alguien que vino a morir por mi, para que yo tuviera todas las oportunidades de amar y de perdonar. Para dar testimonio de fe, como Maria, dejando que sea Dios quien guíe mi camino y que se haga en mí su voluntad y no la mía.