Mateo 21, 33-43, 45-46 “Era tenido por un profeta”.
Mateo nos habla del miedo de la gente, a la vez de la maldad ante algo que no entienden, ni pueden controlar. Estamos hablando de los sumos sacerdotes y de los fariseos, que buscaban constantemente descubrir a Jesús contradiciéndose, actuando diferente a su palabra, para justificar su deseo de aprenderlo…porque no entendían a este hombre que llegaba a sanar enfermos, a curar heridas del alma, a hablar de amor y a perdonar.
Jesús sigue siendo visto como un profeta, no pueden concebir que es el Hijo de Dios y ahí en la cruz, tampoco pudieron reconocerlo, y es ahí, que nos damos cuenta que son los humildes de corazón los que llegan a la casa de Dios, porque en su humildad tienen la sensibilidad del dolor de Jesús.
Un profeta como Elías o Moisés nos traen la Palabra de Dios, son profetas del Altísimo como Juan el Bautista que vino a anunciar la llegada de Jesucristo. Y Jesucristo es el Mesías, el Salvador, el Emanuel con nosotros, es Dios mismo que se hizo carne para que nosotros nos identificaremos con él y aprendiéramos de él.
Jesús, Hijo de Dios, valeroso, lleno de fe, nos habla siempre con amor, nos ha traído la paz, nos ha dejado a su Madre Santísima Virgen Santa como nuestra Madre, ejemplo de bondad y de fortaleza y quiere que nos acerquemos más a Dios, que podamos compartir su Palabra que trae un mensaje de amor.
No tengamos miedo, seamos atrevidos en compartir a Jesús con los demás. Vamos aprendiendo a dar gracias y a pedirle a Dios que nos ayude con su gracia a fortalecer nuestra fe y a reconocer en Jesús al Hijo de Dios, nuestro Salvador.
Propósito de hoy: Quiero aumentar mi fe y dar testimonio del amor de Dios, por que yo se que Jesús es quién vino a traernos la paz.