Lucas 9, 22-25 “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho”.
El sufrimiento de Jesús, es algo que nadie esperaba. Imagino a sus discípulos verlo sanar enfermos y expulsar demonios, y seguramente era difícil para ellos entender las palabras cuando Jesús les decía que iba a sufrir mucho. Es vivir con un hombre de luz, lleno de amor, con un corazón dispuesto a perdonar que no cabía la posibilidad de sufrimiento, ni de dolor en su vida. Nosotros tampoco pudiéramos creer que alguien que habla con la autoridad de Dios, y que siembra buena semilla por el camino pueda terminar crucificado en una cruz.
Sin embargo, como Jesús nos dice de si mismo: “que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”. Difícil de creer que ésta sería su vida y que al tercer día iba a resucitar.
En este tiempo de arrepentimiento y conversión tendremos la oportunidad de recapacitar en nuestras acciones y tratar de vivir la Pascua de Cristo, ver nuestro dolor en su dolor y comprender lo que ha venido a hacer por nosotros. Jesús siempre bueno, dió su vida para que pudiéramos tener posibilidad de salvación y ahí en la cruz, oró por nosotros, nos perdonó y nos dejó a su Santísima Madre como Madre nuestra. María, mujer virtuosa, ejemplo de entereza, de fe, de confianza en Dios, de amor; que acompañó a su Hijo Jesucristo hasta el final, sufriendo también ante esa cruz de amor, recibiéndolo en sus brazos con esa entrega que solo una madre puede tener hacia un hijo, y es, el mismo amor que tiene para nosotros, que somos igualmente sus hijos.
“Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho” para que nosotros podamos identificarnos con él, sí, para sentirlo vivo y para alcanzar a ver su dolor y darnos cuenta que todos los hijos de Dios somos iguales y tenemos la misma capacidad de amar y de perdonar.
En esta Cuaresma, podemos acercarnos a Dios arrepentidos por nuestros errores, buscando la reconciliación con los demás y dispuestos a vivir una conversión de amor pidiéndole que aumente nuestra fe y nos llene de su gracia para perdonar y pedir perdón a aquellos que hemos ofendido y de quiene nos hemos alejado.
Propósito de hoy: Que esta cuaresma sea un tiempo de meditación, de ayuno, y de reconciliación para comprender el camino de Jesús en la cruz y poder reconocer mi dolor en su dolor.