Marcos 10, 1-12 “Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su esposa y serán los dos una sola cosa”.
El vínculo de la unión entre dos seres humanos, es la plenitud del amor de Dios. Nos dice el Papa Francisco en la Audiencia general del 22 de abril del 2015: “El hombre encuentra a la mujer, se encuentran, y el hombre debe dejar algo para encontrarla plenamente. Por ello el hombre dejará a su padre y a su madre para ir con ella. ¡Es hermoso! Esto significa comenzar un nuevo camino. El hombre es todo para la mujer y la mujer es toda para el hombre”.
¡Y es en verdad hermoso!, como lo expresa Jesús en éste Evangelio: “De modo que ya no son dos, sino una sola cosa. Por eso, lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”.
Y ¿Qué pasa cuando dos personas que se aman, se alejan de Dios? Se rompe ese vínculo de amor, que es fundamental para una relación viva, como le sucedió a Adan y a Eva al escuchar a la víbora que representa al mal y deciden obedecerla anteponiendo la Palabra de Dios, y se aventuran a comer del fruto prohibido; entre ellos deja de existir la armonía, llega la duda, desaparece la confianza mutua porque el ruido exterior se hace más fuerte.
Cuando Jesús se acerca a los pescadores y les dice: “Sígueme”, los invita a vivir una nueva vida de entrega, de servicio, de sacrificio, de amor por el prójimo, les pide que lo dejen todo para ir con él. La unión de dos personas ante el Sacramento del Matrimonio, es una invitación similar, donde ahora el hombre es para la mujer y la mujer es para el hombre, es una entrega de sacrificio, de servicio y de amor; donde los dos construyen una vida juntos, ayudándose mutuamente a llegar a la santidad, van de la mano de Dios, tienen un guía único, que los lleva a fortalecer sus lazos de amor.
No hay terceros.
Es cierto que la vida de pareja tiene sus dificultades y es muy normal, vienen de diferentes culturas, tradiciones y costumbres, y significa que van a dejar de lado las que no convengan a ambos. Es querer “seguirse”, es complementarse uno al otro y no olvidar la importancia de reconocer lo que cada uno aporta. Es no dejar de decir “te quiero”, es agradecerse por haber decidido seguir este camino unidos para que ninguna tentación del mal, como esa manzana prohibida, o ninguna presencia externa, como esa víbora, puedan provocar perder la ilusión de seguir enamorados, y destruir las bases que sostienen su unión.
Lo que nunca se debe olvidar es que, la gracia del amor de Dios, es lo que los mantiene unidos.
Propósito de hoy: Padre, te agradezco encontrar a una persona con quién compartir mi vida a tu lado, y te pido tu amor, para vencer todo aquello que pueda destruir nuestra felicidad.