31 DE ENERO: QUIERO SER FRUTO ABUNDANTE DE AMOR.

Marcos 4, 26-34 “Ha llegado el tiempo de la cosecha”.

Te has preguntado, ¿qué he hecho en mi vida que genere una cosecha fecunda? El Sembrador que labra nuestra tierra, espera ver un resultado favorable, positivo y de amor. ¡Quiere ver fruto abundante!

Y nosotros ¿qué hacemos para lograrlo?

Jesús constantemente nos habla de amor, y nos demuestra su misericordia al perdonarnos, al confiar, al sentir que vamos a incluirlo como parte latente en nuestra vida. Y para tener buena cosecha hay que seguir sus pasos, imitarlo, sí: copiarlo, actuar como él, sentir como él, vivir como él. Pero, ¿No es, acaso, algo muy difícil? Las cosas de Dios, nosotros las hacemos difíciles porque somos quienes decidimos qué hacer con nuestra vida y en ese quehacer, complicamos mucho las cosas.

Jesús siempre fue bondadoso, leemos que él escuchaba hasta a los que no hablaban, por lo tanto fue un hombre comprensivo y misericordioso. Cuando acudían a él, no dudaba en ayudar ¡no!, en su naturaleza, estaba siempre el servicio a su prójimo, estar presente cuando alguien confiaba en él y lo necesitaba. Y ¿qué podemos decir del perdón? Jesús tenía un corazón lleno de amor, y ese amor lo impulsaba a entender, a aceptar y a perdonar. En solo estos ejemplos de virtud que vemos en él, podemos empezar a trabajar en nosotros mismos y preguntarnos: ¿Qué tanto me parezco al Hijo de Dios en tan solos estas acciones y comportamientos?, cuando alguien viene a mi, ¿qué tan dispuesto estoy para escucharlo, cuánta atención pongo a lo que me está diciendo? Muchas veces cuando alguien nos platica una pena, un dolor es porque ha encontrado en nosotros un refugio y qué tan importante es que escuchemos, así como lo hizo Jesús. Y si vemos al amigo que necesita algún tipo de ayuda, emocional, material, espiritual ¿qué hacemos, nos acercamos o nos damos la vuelta para no agregar a nuestra ya conflictiva vida, más conflicto?.

Jesús tuvo, como Hijo del hombre, una vida muy difícil, fue incomprendido porque  hablaba de amor, fue maltratado porque le tenían miedo, fue humillado, escupido, martirizado, asesinado y todo porque era bueno; tenía empatía por el dolor ajeno, hablaba con la autoridad de Dios y eso muchos ni lo entendían ni lo aceptaban y ¿qué hizo? Nunca nos maldijo, ni se fue de nuestro corazón. Él supo perdonarlo todo. Él intercedió por nosotros para que nuestra maldad fuera perdonada y se nos dieran oportunidades nuevas…cada día de nuestra vida y sembró en nosotros el amor de Dios, para que pudiéramos dar, buena cosecha.

Propósito de hoy: Que mi vida se más como la de Jesús, hoy quiero empezar a escuchar a mis hermanos, a caminar con ellos, a comprender que soy hecho a la imagen de Cristo y que como él, tengo que elegir dar fruto abundante de perdón en el amor.