26 DE NOVIEMBRE: ES TU AMOR, EL QUE DETIENE MI TEMPLO.

Lucas 21, 5-11 “Todo será destruído”.

Jesús nos advierte, en este Evangelio que habrán guerras, destrucción, odio y que vendrán muchos haciéndose pasar por él. Y me gusta mucho que en estas palabras nos dice que no tengamos miedo.

¿Y, qué es el miedo? El miedo es un  sentimiento ante lo que desconocemos. Pero, Jesús nos dice que no tengamos miedo, pero, ¿por qué? ¡Porque nosotros lo conocemos a él!

¿Quién va a tener miedo si conoce a Jesucristo, a Dios mismo? Esa es la esperanza de amor que Jesús ha venido a confiarnos. Es su amor infinito el que nos protege y el que nos ayuda en esas tormentas que creemos imposibles, es quién nos da consuelo ante el dolor y el sufrimiento porque nos enseña a aceptar.

La aceptación, es una actitud que no nos inculcan mucho; sí, nos dicen “aguanta”, pero no es una palabra de aliento. Y la actitud de aceptar el camino que vamos siguiendo, ese que elegimos y que trae consecuencias buenas y a veces muy difíciles o equivocadas, pero si no soltamos a Dios, si nos aferramos al amor de Cristo, a la verdad de su Palabra, a la valentía de María, quién dijo que sí, nuestra vida estará fortalecida y no se va a derrumbar tan fácilmente.

Nuestro templo no será destruído. Por que los pilares que lo detienen vienen del amor de Dios.

No tengamos miedo de lo externo, tengamos miedo de alejarnos de Dios. Cuando Dios vive en nuestro corazón, entendemos que todo tiene una razón de ser, hay un propósito, es difícil es cierto, y tal vez creemos que nos derrumbamos, pero no. Ahí está Dios, con su misericordia y su bondad, con su perdón y  lo que siempre tenemos que saber es que: ¡ahí está Dios, con su infinito amor por ti y por mí, por tus padres y nuestros hermanos, por los amigos del camino y por toda su creación!

No tengamos miedo.

Propósito de hoy: Quiero vivir con la intensidad del amor de Dios, para fortalecer mis principios y estar seguro de que ninguna tormenta va a derivar mi templo.