Contemplando en la basílica de Getsemaní, entramos en el sufrimiento más profundo de Cristo durante su agonía. En este jardín, Jesús enfrenta el miedo, la soledad y el peso de la cruz que está por venir, y aún así dice: “Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Esta escena nos invita a meditar sobre nuestra propia resistencia ante el dolro físico o espritual y nuestro llamado a confiar plenamente en Dios. Getsemaní es el lugar donde nos enfrentamos a nuestras debilidades, pero también donde recibimos la gracia de acompañar a Cristo en su fidelidad absoluta al Padre.
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