25 DE OCTUBRE: ESTOY PREPARADO PARA HACER TU VOLUNTAD.

Lucas 12, 54-59 “Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente?”

Interpretar los signos de Dios nos reclama Jesús en este Evangelio de Lucas. ¡Que mejor que tuviéramos la sabiduría para interpretarlos!, ¿Verdad?

¡Cuántas veces no sabemos interpretar ni siquiera lo que sucede con nosotros! ¿Por qué tenemos ciertas reacciones? ¿Cuál es el significado que siento cuando tengo miedo, por qué? ¿De que manera tengo que actuar cuando algo no sale como yo espero? Y así hay infinidad de preguntas para las cuales no hay una respuesta. Ahora, pensar en interpretar las cosas de Dios, puede causarnos angustia cuando no las podemos entender. Pero, un momento. ¡No estás solo! Tal vez la gran mayoría de los seres humanos nos hacemos estas preguntas y es que Dios nos dió la libertad, o el libre albedrío, para analizar y decidir, para discernir entre lo que queremos y no, entre lo que hacemos y dejamos de hacer y eso nos permite divagar y cuestionarlo todo.

Sin embargo, Dios también nos dió armas para adquirir la sabiduría que se necesita para entender los Evangelios, y esas armas empiezan por la oración. ¡Sí! La oración nos hace fuertes, es la que nos lleva a la fe, al conocimiento de la Palabra de Dios, es la que nos acerca a Jesús y nos permite aceptar su Palabra de Vida Eterna, porque siempre está viva, se hace presente en cada acción que tenemos y es ahí que se nos presenta la oportunidad de entender. Tenemos un arma que nos escuda y nos fortalece que es Jesús mismo, sacrificado en la Eucaristía, que nos renueva y nos da vida; que está presente en el pan y el vino, por el cuál renovamos promesas como el bautismo, es un vínculo de amor que llena nuestra alma de alegría uniéndonos más a Dios. Y tenemos también el perdón, otra arma poderosa, y es una gracia que nos concede nuestro Señor cuando nos arrepentimos, cuando el dolor nos quita el aire y no nos permite encontrar paz en nuestro corazón; y es en el perdón que regresamos a una comunión con Dios misericordioso con el propósito de no volver a caer en los mismos errores que nos alejan de él.

Con la oración, la Eucaristía y el perdón podemos empezar a entender eso que quiere Dios de nosotros y para nosotros, que en su creación solo pretende que nosotros seamos seres humanos de amor y de paz y que cada día trabajemos para que reine la felicidad en nuestra vida con la sabiduría de su Palabra en nuestro corazón.

Propósito de hoy: Padre, permite que busque encontrar la paz a donde quiera que voy y que en mi oración encuentre el refugio que me da tu divina gracia para entender lo que tienes preparado para mi.