28 DE SEPTIEMBRE: CARGAR MI CRUZ ES LA ENTREGA DE MI AMOR POR TI.

Lucas 9, 43-45 “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.

¿Te puedes imaginar a ti diciendo estas palabras? ¡Cuánto valor, el de Jesucristo! Él mismo anuncia su muerte y por supuesto que a todos nos da miedo, nos está diciendo: ¡voy a ser entregado por ustedes! y entonces todo queda en silencio, nadie sabe qué decir…

Jesús sabe que va a morir y como el Cordero de Dios que es, está preparado para hacer la voluntad del Padre, que tiene como finalidad, morir en la cruz por todos nosotros. ¿Podríamos nosotros ser tan obedientes a la voz de Dios? Cierto es que hemos sido creados a imagen de Dios y que en nuestra sangre corre la bondad y el amor, y que estamos llenos de dones y virtudes, que tal vez estamos empezando a descubrir y que nacimos para ser santos.

Así como Jesús vivió proclamando la Palabra de Dios, nos corresponde como cristianos hacer lo mismo y sí, también llevar nuestra cruz porque es así como nos acercamos a la santidad que Dios desea de nosotros. Muchas personas creen que ser santo es algo que ya traen y que es porque nunca han sido malos y no; la capacidad de santidad la recibimos en el Bautismo, y significa hacer bien lo que nos corresponde hacer ahí donde estamos. Ser buena madre, buen esposo, ser un hijo respetuoso, porque empezamos este camino desde el hogar. Si somos buenas personas dentro de nuestro entorno familiar, lo mas probable es que fuera de él también podamos serlo. Pero, si desde casa nuestras virtudes se ven afectadas por conductas desagradables que nos alejan del amor de Dios, difícilmente podremos dar un ejemplo de amor para otras personas.

¿Lo has pensado?

Si odias a tus hermanos, o si eres grosero con las personas que te cuidan, o tu arrogancia no te permite descubrir la bondad de tu corazón, te vas a alejando poco a poco de la santidad. Estas buscando excusas para rechazar el bien y has dejado de cargar esa cruz, que te enseña, que te fortalece, que te ama. La cruz de Jesús la cargamos todos y así como él, debemos tener una actitud de aceptación, porque tal vez mis conductas sí ameritan que mi cruz sea pesada. Y ahí empieza nuestro camino de santidad, en aceptar esa cruz con amor, en saber que la humildad que encontramos en el servicio a los demás tiene sus recompensas, en despertar cada día con alegría asumiendo que estamos donde estamos porque ¡Dios nos dejó elegir! Y actuamos a veces a sus espaldas, con la luz apagada para que él no se de cuenta y somos consecuencia de esas decisiones que hemos tomado, que muchas veces nos han alejado de él. La santidad es dar lo mejor de nosotros mismos en lo que estamos viviendo, en el lugar en que estamos, sin olvidar que es en la oración que fortalecemos nuestra fe y que es en nuestras acciones de caridad que damos testimonio de sabernos amados por Dios y que con amor vamos también a llevar esa cruz como prueba de amor a Jesús de Nazaret.

Propósito de hoy: Te pido perdón Padre, por haberme alejado de ti en el camino a la santidad y te pido me fortalezcas para llevar mi cruz con alegría y con la esperanza de recibir tu misericordia.