11 DE SEPTIEMBRE: MI RECOMPENSA LA ENCUENTRO EN TU AMOR.

REFLEXIÓN DEL DÍA: MI RECOMPENSA LA ENCUENTRO EN TU AMOR.

Lucas 6, 20-26 “Su recompensa será grande en el cielo”.

Tanto Lucas como Mateo, nos hacen un resumen del “Sermón de la Montaña”, sobre las Bienaventuranzas que Jesús predicó frente al Mar de Galilea.

Pero ¿Qué son estas bienaventuranzas? El Catecismo de la Iglesia Católica, las describe como el centro de la predicación de Jesús, porque responden al deseo natural de felicidad: “Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza”.

¡Para alcanzar la felicidad plena que nos da su amor!

Nos llama dichosos a todos los que estamos dispuestos a escuchar su Palabra, a los que queremos mejorar nuestra calidad de vida, a los que confiamos en él. Somos bendecidos, los que actuamos con justicia, con amor, con fidelidad a nuestros principios, los que vivimos procurando la verdad de Dios, haciendo el bien, y entregándonos al servicio digno a otros más necesitados. Y vamos alcanzando la dicha, los que hemos aprendido valores morales y seguimos una guía en el respeto mutuo, en la convivencia pacífica, en el perdón.

Nunca olvidemos que en la oración, encontramos la fuerza de Dios, que nos ayuda a sentir empatía por los demás, a poder escuchar y ser un apoyo, con humildad y bondad para nuestro hermano. Recordemos que nuestra recompensa no está en las cosas materiales que podemos tener durante nuestra vida, sino en el cielo, junto a Dios.

No sirve de mucho llenar nuestra vida con satisfacciones que alimentan el ego, es bueno tener un buen empleo y trabajar para lograr mantener una estabilidad económica para la familia; el trabajo honesto es digno del ser humano. Lo que hace nuestra entrada a la casa del Padre difícil, es beneficiarnos de otros injustamente, o abusar del que es más débil, o hacer oídos sordos ante situaciones de corrupción.

Que nuestra mente no tenga que pelear con nuestro espíritu moral para ver quién gana. No, la idea es que nuestra mente vaya de la mano con las actitudes que nos dicta el sentido común, el bien, la moral, los valores, la verdad de Dios. No hay que perdernos en el camino, y si nos sentimos ya un poco atorados, no olvidemos que recapacitar, pedir perdón y corregir nuestro rumbo es una invitación continua que nos hace Jesús. Él está aquí, en nuestro corazón, preparado para escucharnos y llevarnos de la mano hacia la felicidad, que no se nos olvide jamás.

Propósito de hoy: Ayúdame a crecer en mi fe, y a creer en ti, Jesús, a saber distinguir mi manera de ser de lo que tú quieres para mí y a no olvidar nunca que encuentro mi recompensa en el perdón que estoy dispuesto a pedir a aquellos a quienes he herido.