21 DE AGOSTO: TAMBIÉN QUIERO SER BUENO.

Mateo 20, 1-16 “¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?”

Que difícil ha sido desde siempre ser bueno. Muchas personas tienen adjetivos ofensivos para las personas que son buenas, ¿Eres de esas personas? Sin embargo, hay una alegría que se siente cuando se hace algo bueno por los demás y nos permite motivarnos a querer hacer más cosas buenas por otros.

En este Evangelio, Jesús cuenta la historia de un hombre que contrata trabajadores desde el amanecer, hasta poco antes de terminar la jornada laboral y decide pagarle a todos lo mismo. Si le preguntamos ¿Por qué lo hace?, ciertamente responde diciendo que él quiere darle al último lo mismo que le prometió al primero. Tal vez no suena muy justo, pero si el dueño de la tierra prometió pagarle un denario, lo justo es que se lo pague ¿Verdad? Porque en realidad lo que le paga a los demás no tiene que ver con él.

¿Aprendemos algo con esta parábola que nos cuenta Jesús? Ojalá que sí. Yo entiendo que cualquier cosa que suceda con mi hermano y que no tenga nada que ver conmigo, no tiene por qué afectarme. Pero, ¿Cuántas veces tenemos envidia de otros? Pensamos que merecemos más y nos enoja sentir que hay otros que también lo merecen.

No hemos aprendido a amar y a alegrarnos por aquellos que tienen bondad en su trato, pero no es tarde para dejar que Jesús sea nuestro ejemplo a seguir en el servicio y el perdón y no fijarnos en lo que sucede al lado nos ayuda a crecer y a ser partícipes de una sociedad que hace el bien con alegría.

Propósito de hoy: Quiero dejar mi orgullo de lado para apreciar la vida con la mirada del amor de Dios.