15 DE AGOSTO: QUIERO SEGUIR EL EJEMPLO DE MARÍA.

Lucas 1, 39-56 “Bendita tú entre las mujeres”.

Me gusta mucho la manera en que Isabel recibe a su prima María, quién será la madre de Dios y me gusta más cuando humildemente le dice: “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor, venga a verme?”. ¡Qué hermosas palabras!

¿Quién soy yo?

Hoy celebramos la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo y honramos su Asunción en cuerpo y alma a la gloria del cielo. La Asunción de la Santísima Virgen es una participación muy especial en la Resurrección de su Hijo y nos anticipa la resurrección de todos nosotros, los cristianos. Ella, nuestra madre, nos abre el camino al cielo. Esta solemnidad es uno de los cuatro dogmas de la Iglesia Católica, venerando éste misterio de la fe cristina, desde 1950 en tiempos del Papa Pio XII, y María por ser la madre de Jesús goza de ésta distinción, porque la muerte y corrupción del cuerpo humano son consecuencia del pecado, y ella está libre de pecado.

Te has preguntado ¿Quién eres, para que el amor de María te proteja con su manto? Tal como hizo con su prima Isabel, quién en una edad adulta, recibió el milagro de la maternidad; María subió a las montañas de Judea a visitarla para que se llenara del Espíritu Santo por la misericordia de Dios. Nosotros también vivimos protegidos por la Santísima Virgen María que como nuestra madre, quiere lo mejor para nuestra vida, tal como le dijo a San Juan Diego: “¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”.

María le dijo sí a Dios y nos regaló al amor hecho carne en Jesús de Nazaret y se convirtió en el primer testigo del amor de Dios para todos nosotros, nos lo dice Isabel al recibir a María en su hogar: “Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María:

“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,

porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.

Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia

para siempre’’.

Amada seas María, madre de Dios y de toda la humanidad.

Propósito de hoy: Padre, ayúdame a que nunca olvide que el amor de María es un ejemplo de virtud para imitarla y seguirla como ejemplo de fortaleza y sabiduría.