11 DE AGOSTO: YO ESCUCHO TU PALABRA DE AMOR.

Juan 6, 41-51 “Todos serán discípulos de Dios”.

“Todo aquel que escucha al Padre, y aprende de él, se acerca a mi”, nos dice Jesús en éste Evangelio de Juan.

Todos los que creemos en Jesús, tendremos vida eterna, porque es él, el pan de la vida.  Y creer en Jesús es alimentarnos de su Palabra como la única verdad que nos va a llevar hasta Dios.

Hoy día, la fe se va debilitando, los jóvenes se alejan de Dios y han ido creando una existencia donde creen que son ellos los que definen su destino. Si, es verdad que cada uno de nosotros tenemos voz y voto en nuestra vida, pero sin Dios, es una vida vacía, sin esperanza, desolada. Hay un solo Dios de amor y de verdad, que nos enseña a dar testimonio de él cada día, en la alegría de nuestras actividades, o en el trato a los demás, con respeto y cariño. Todos somos discípulos del Hijo de Dios y lo confirmamos cuando creemos en él, cuando somos una luz en el camino para los demás, como lo es él para nosotros.

En la vida tenemos la oportunidad de discernir si seguir a Jesús es lo que deseamos hacer. Él nos deja libres para decidir, no nos obliga a que creamos en él; y siempre está esperándonos, todos los días, inagotablemente a que volteemos y nos encontremos con él.  Ser discípulos de Jesús, es dejar nuestra vanidad y seguirlo con un corazón humilde, listos para el servicio a los demás, para caminar de su lado y vivir intentando hacer el bien todos los días. Tal vez, sacrificando momentos personales para ayudar a otros y hablando en voz alta de nuestra fe, del poder que tenemos de perdonar y de pedir perdón, de ese amor que podemos dar a los demás que nos hace dar testimonio de que sentimos que Jesús está en nuestro corazón.

Para ser discípulos de Jesús y seguirlo, solo tenemos que querer hacerlo, llenando el corazón de bondad y de verdad, teniendo caridad y misericordia y en especial siguiendo ese mandamiento nuevo: “Ámense los unos a los otros, como lo amo yo”.

Propósito de hoy: Quiero seguir por el camino, aceptando que Jesús está a mi lado y que es por medio de su amor, que me convierto en su discípulo amado.