5 DE JULIO: MIS PECADOS ME ACERCAN A TI.

Mateo 9, 9-13 “Yo quiero misericordia y no sacrificios”.

A Jesús se le cuestionan todas sus acciones, que si curó, o sanó o perdonó y en este Evangelio de Mateo, Él elige a un recaudador de rentas para que lo siga y se sienta a comer en su casa, con pecadores, junto con sus discípulos. Los que se creían perfectos, preguntan, por qué es que Jesús se sienta a comer con publicanos y pecadores y es cuando nosotros podemos darnos cuenta de la misión de Jesús, de su ministerio, cuando Él responde: “No son los sanos los que necesitan de un médico, sino los enfermos”, “Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.

Y entonces nos preguntamos, ¿Quiénes son los sanos?

Muchas veces la iglesia es cuestionada por la santidad de sus fieles y hay gente que critica que somos hipócritas al asistir a misa y cometer errores, fallas, pecados. Y Jesús nos enseña que es justo en el templo donde estamos la mayoría, porque todos somos pecadores y es ahí donde Él está; entre los que queremos encontrar un lugar de consuelo, de perdón, donde aprendemos a amar por sobre todas las cosas, donde queremos dejar nuestro dolor y saber que hay una esperanza que nos invita a un cambio, a mejorar nuestras actitudes hacia los demás. Es con Jesús que vamos a aprender a orar y en su misericordia vamos a recibir la salvacion.

Cuando Jesús le dice a Mateo que se levante y lo siga, va a convertirse en un hombre humilde, lo despoja del poder que tiene por su trabajo y lo reúne con los demás que han decidido seguirlo y aprender el perdón, la compasión, la bondad y toda virtud que los lleve a servir a los demás. Es ahí cuando podemos identificarnos con Mateo, cuando podemos darnos cuenta que somos Mateo, que el corazón puede reconocer el amor de Dios y que podemos empezar a formar parte del ministerio de Jesucristo, como él. Es justo donde estamos que podemos desarrollar nuestros dones para vivir con misericordia y tener empatía por lo que sucede a nuestro al rededor.

Jesús quiere sanarnos y ayudarnos a encontrarlo en nuestro corazón, porque es ahí donde habita. Solo hay que darnos cuenta en nuestra humildad para acogerlo y dar testimonio de fe, de que su misericordia es grande cuando cura nuestro dolor y cuando nos ayuda a aceptar que de su mano, todo camino deja frutos de amor.

Propósito de hoy: Quiero ser un discípulo de Jesús, para llevar armonía a donde quiera que voy y servir a los que puedan necesitarme, con la alegría de saber que seguir a Jesús, es el camino a la verdad de Dios.