30 DE JUNIO. REFLEXIÓN DEL DÍA: SOY YO, QUIEN TOCA TU MANTO.

Marcos 5, 21-43 “¿Quién ha tocado mi manto?”

El Evangelio de Marcos el día de hoy, viene lleno de amor y de esperanza. Jesús sanador y compasivo acude a la casa de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga por que su niña de 12 años ha muerto. Con mucha fe le dice a Jesús que con que Él le imponga sus manos, su hija se curará y vivirá. Cuando Jesús llega a la casa de Jairo, le dicen que la niña ha muerto, pero Él le dice a Jairo que no tema, que basta que tenga fe y recita estas palabras a la niña: “¡Talitá, kum!” Que quiere decir: ¡Óyeme niña, levántate!”.

Imagino la alegría de Jesús al ver que las personas confiaban en Él; tal y como hizo la llamada “Hemorroiza”, que tenía un flujo de sangre durante muchos años y era considerada impura, ella no podía tener una vida religiosa ni convivir con alguien más para que no fueran también impuros si ella los tocaba, y entre tanta gente, ella se acercó a Jesús y pudo tocar su manto. El milagro de fe que se da, es cuando Jesús puede sentir, entre tantas personas que alguien lo ha tocado. “¿Quién ha tocado mi manto?”, y ella le contesta, asustada pero llena de fe que ha sido ella. “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y sana de tu enfermedad”.

Son dos testimonios de amor, porque la fe es amor; estamos dispuestos a sentir la presencia de Dios en nuestra vida y actuamos con misericordia y compasión dando testimonio que creemos en la Palabra viva de Jesucristo y en la gracia de su amor.

Y nos viene bien hacernos las preguntas: ¿Alguna vez yo he tocado el manto de Jesús? ¿Cuánta es mi fe? ¿Creo en Él cuando acudo a pedirle un milagro? La respuesta a estas preguntas la encontramos en la oración, en la Eucaristía, en la reconciliación y en el perdón. ¿Qué tan dispuestos estamos para perdonar?

Propósito de hoy: Creo en ti, Padre de amor y te pido que aumentes mi fe para aprender a confiar en tu Palabra de amor, para acercarme hasta tu altar con un corazón humilde a pedirte que sanes mis penas y angustias y cures mis heridas cuando mi fe me lleve hasta tocar tu manto.