20 JUNIO: ENSEÑAME A ORAR.

Mateo 6, 7-15 “Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial”.

En la cátedra de Jesús, siempre hace hincapié en el perdón y es que es ahí donde nos encontramos con Dios, donde experimentamos el milagro de la resurrección y la redención de todos nosotros, hijos de Dios. Jesús en la cruz, tuvo misericordia y abogó para que nuestro pecado fuera absuelto por el Padre, para que tuviéramos la oportunidad de conocer el amor y el sabor de las bondades de Dios en nuestro corazón.

En éste Evangelio de Mateo, Jesús nos recuerda que la oración es una acción que hacemos directamente con Él y con su Padre y con María Virgen. Orar es para nuestra intimidad con Dios y no para decir a voz abierta lo mucho que oramos. Eso ya lo sabe Dios, si nos dedicamos a Él un poquito o mucho, y es Él quién debe saberlo y lo que necesitamos también lo sabe antes de que se lo pidamos; solo debemos aceptar que es en los tiempos de Dios y no en los nuestros cuando Él va a saciar nuestra oración.

Jesús nos enseña pues, a orarle al Padre y lo debemos de hacer con fe y con intención, porque si queremos imitarlo a Él, debemos saber perdonar a quien nos ofende, antes de ir a la casa de Dios. La reconciliación nos acerca al corazón de Jesús y la oración al Padre nos compromete a ser testimonio de que nos sabemos hijos de Dios.

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu nombre,

venga tu Reino,

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día,

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en tentación

y líbranos del mal.

Amén.

Propósito de hoy: Darle gracias a Jesucristo, por enseñarnos a orar.