5 JUNIO: SIGO TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.

Marcos 12, 18-27 “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos”.

Dios es nuestro Dios mientras vivimos aquí en la tierra, como sabemos vivir y al dejar esta vida mundana morimos a ella, pero nacemos a la vida eterna y seguimos teniendo a Dios como nuestro Dios. ¿Lo has pensado? Jamás vamos a estar solos porque la misericordia de Dios está todo el tiempo con nosotros, y es que tenemos a Dios, nuestro creador, en el corazón y vivimos por Él y con Él siempre.

Uno de los misterios con los que nos enfrentamos es la muerte y si nos consideramos hijos de Dios, ese misterio no debe darnos temor. Experimentamos una tristeza muy grande y también un dolor cuando alguien a quien amamos muere, sin embargo en la oración, cuando nos llenamos de fe y conocemos el amor de Dios, podemos sentir el consuelo de que esa persona, fue acompañada a su nueva vida eterna de la mano del Hijo de Dios, y que en el corazón amoroso de Jesús sintió paz hasta legar a los brazos del Padre. De ese Padre al que invocamos en la oración, el que perdona nuestros pecados, al que le pedimos que nos lleve a Su Reino, y que nos de el alimento diario que es Sí mismo en la Eucaristía.

Es a Dios a quién le pedimos fortaleza por medio del Espíritu Santo, para no caer en la tentación y que nos libre del mal; de ese mal que nosotros podemos causar al lastimar a otros y también que nos libre del mal que pueden hacernos a nosotros. Es con Dios que nos sentimos protegidos, que sabemos que Él siempre va a querer darnos lo mejor para vivir según Sus enseñanzas y Su verdad en la tierra como en el cielo y que al final del camino nos espera para recibirnos en Su regazo.

Vivamos la vida con la alegría del amor de Dios, sabiendo que lo vamos a encontrar en la oración, en el perdón y en la Eucaristía.

Propósito de hoy: Padre permite que te reconozca y que pueda desarrollar los dones y virtudes que has puesto en mi, para estar preparado y llegar hasta ti con un corazón arrepentido y lleno de amor.