Marcos 12, 1-12 “A mi hijo sí lo respetarán”.
Cuando el ser humano le tiene miedo a lo que no conoce, deja de respetar. Si no conocemos el trabajo que cuesta hacer algo, o el valor necesario para decir lo que pensamos, o la fe suficiente para creer, es muy posible que nos atemoricemos ante lo que vivimos a diario, cuando alguien hace lo correcto. Y ¡Que pasa? Lo tratamos de suprimir, de quitar, de destruir, de deshonrar y nos llenamos de miedo ante lo que puede suceder, que desconocemos. También el amor nos causa miedo…
El Evangelio de Marcos nos relata la historia de un hombre a quién sus empleados quisieron quitarle sus tierras y cómo éstos mataron a todo aquel que iba en la representación del dueño de los campos, incluyendo a su hijo. Y su hijo nunca les causó un daño para recibir semejante muerte cuando su padre lo envió creyendo que a él no le harían nada, que lo iban a respetar por ser su hijo. Y no se si a ti, pero a mi me resuena tanto la historia de amor por la humanidad que Dios, nuestro padre, el creador tuvo hacia nosotros, al enviarnos a su único Hijo a quien muchos no respetaron y a quién también lo enviaron matar.
Y nos preguntamos ¿Qué daño nos causó el Hijo de Dios? Pues Él nos habló del amor.
De ese amor al prójimo, del amor incondicional, de ese: “haz el bien sin mirar a quién”, nos habló del amor compasivo y misericordioso, de ese amor que sabe escuchar y perdonar, nos habló de Dios. Y aún hoy día, a muchos nos cuesta trabajo entender la clase de amor, donde te entregas al servicio a los demás con alegría, cuando aprendes que dar es mejor que recibir, porque la recompensa es infinita y la encontramos en Dios, en su poder para sanar nuestro dolor, para completar nuestra vida con dones y virtudes que al desarrollar nos hacen un mejor ser humano.
Jesús, el Hijo, solo vino a hablarnos de la esperanza para nuestro corazón cuando sabemos pedir perdón y se entregó por nosotros, como aquel joven que obedeció a su padre y caminó hasta la muerte, enfrentándose a personas que aún no entienden que hacer el bien, nos lleva a alcanzar la plenitud del amor.
Propósito de hoy: Que nunca deje de reconocer lo que otros hacen por mi y agradecer con respeto a quienes comparten su vida conmigo.