18 DE MAYO: TE SIGO HASTA LLEGAR A TI.

Juan 21, 20-25 “Sígueme”.

Cuando estamos pequeños, nos acostumbramos a seguir a nuestros padres, porque son la voz que reconocemos desde que estamos en el vientre materno y sentimos una sensación de seguridad que nos arropa y nos protege, no tenemos miedo. Cuando aprendemos las cosas de Dios, en la oración, en la Eucaristía, en la vida diaria y el servicio a los demás, sabemos escuchar Su voz. Y esa voz que nos trae paz la reconocemos desde adentro del corazón y nos agrada seguirla. ¿Te has dado cuenta?

Seguir a Jesús como le pide a Pedro en este Evangelio de Juan, implica continuar con la misión evangelizadora que nos trae con la Pasión de Su vida. Es una obediencia voluntaria para continuar con el legado de amor que nos envía Dios en la persona de Jesús. Es querer seguir la ley de Dios en los mandamientos y proclamar Su verdad con nuestro testimonio de amor.

En ocasiones cuando nos sentimos que vamos por un camino sin rumbo, es cuando más debemos acercarnos a Dios, porque Él va a darle sentido a nuestra vida, nos va a permitir seguirlo para encontrar respuestas que se basan siempre en el amor salvifico de Jesús en la cruz; en la compasión y la misericordia que tuvo con Pedro y que tiene con nosotros.

“Sígueme” a remar mar adentro, “Duc In Altum” y entrar junto con Jesús a la gloria de Dios. Pongamos oídos atentos, porque ese llamado está presente en nuestra vida en todo momento: Sígueme a hacer el bien, sígueme a ayudar al necesitado, sígueme a vestir al que va desnudo, sígueme a darle de comer al que tiene hambre, sígueme a acompañar al que va solo y en este camino, conocer las bondades y dones que nos son dados por medio del Espíritu Santo, Espiritu de Amor y de Perdón.

Propósito de hoy: Padre no permitas que deje de escuchar tu voz, invitándome a seguirte, hasta llegar a ti.