Juan 16, 20-23 “Nadie podrá quitarles su alegría.”
En el Evangelio de Juan, Jesús se refiere a la alegría de Dios.
Compara los sentimientos de angustia de los discípulos, al no entender que Jesús tiene que morir para volver a nacer, con aquellos de una madre a punto de dar a luz. Y hace mención de la angustia de dar a luz y cómo al momento en que nace el bebé, esa madre, olvida toda angustia para alegrarse por el milagro de la vida hecho realidad al ver a su bebé en brazos. A esa madre, jamás nadie le podrá quitar la alegría de vivir, igual que a nosotros, sus discípulos, nadie nos puede quitar el gozo de saber que Jesús nace en nosotros, que no muere, que resucita a la alegría de Dios.
Jesús nos invita a no tener miedo, a saber que el plan de Dios es perfecto. Tal vez vamos a estar desconcertados al no saber lo que hay preparado para cada uno de nosotros, sin embargo debemos recordar que su plan es perfecto, que Él nos ama, que quiere lo mejor para nosotros a quienes llama Sus hijos.
En muchos lugares del mundo hoy tenemos la alegría de celebrar a nuestra Madre, que igual que María, amamos y respetamos como principal figura de amor dentro de la familia Cristiana. Quiero tomar la oportunidad para felicitar a todas y cada una de ustedes, mujeres valerosas que han dado su vida por sus hijos y que siguen siendo un ejemplo de virtud y de amor para aquellos que caminan a su lado. Recordemos siempre que, con la resurrección de Jesucristo, hemos nacido al amor, y nadie puede quitarnos la alegría sabernos amados por Dios.
Propósito de hoy: Padre, abre mi corazón para poder darte las gracias por el amor de Mamá y saber siempre estar alegre por la bendición de tenerla en mi vida.