27 DE ABRIL: SÉ QUE TÚ ERES MI PADRE.

Juan 14, 7-14 “Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras”.

A veces cuando somos muy necios, nos encontramos con alguien que nos quiere ayudar a entender las cosas, ¿Te ha pasado? Bueno, pues también los discípulos de Jesús, insistían en querer ver a Dios Padre, querían señales, que Jesús les dijera dónde encontrar a Dios y Jesús se asombra de que continuemos pidiendo pruebas, después de tantas veces de decirnos que, si lo vemos a Él, vemos también al Padre. 

Visualicemos en este momento la creación: veamos las aves, los animales del mar, las flores y las tormentas, el viento, las frutas, los animales del campo y a nosotros mismos y pensemos que todo existe gracias a Dios. Que está a nuestro alcance para utilizarlo de manera que nos beneficie a todos. Gracias a la creación, hemos podido subsistir en todos los aspectos, podemos comer, hacer ropa, construir casas; hemos crecido para convertirnos en la sociedad que ahora gozamos y que también maltratamos. Todo por obra de Dios. Ahora, hay que darnos cuenta de que para que nosotros entendiéramos las cosas que creó, se hizo Hombre, y se representa en la figura de Jesús, su Hijo amado, con el propósito de que lo viéramos y diéramos fe de que comprendemos que es uno mismo.

Jesús quiere que con su presencia nosotros nos demos cuenta que es la Buena Nueva de Dios, que vino a traernos su Palabra de Vida, que quiere que nosotros aprendamos los valores que significan vivir juntos y aceptarnos unos a otros, que comprendamos el dolor de los demás para también ser comprendidos. Jesús en la cruz se entregó para que tuviéramos una oportunidad de vivir en el perdón, sí, para que aprendiéramos a perdonar y a pedir perdón, así como hizo Él por nosotros. Dios hecho hombre se convirtió en un trozo de pan para convertirnos por igual, en imagen y semejanza de su Hijo Jesucristo. Nos ha dado la dignidad de ser sus hermanos y sus hijos y poder así, dar fe de su Resurrección.

Cada vez que imploramos a Jesús, estamos llamando al Padre, a Dios en el cielo que está en nuestro corazón, esperando ser reconocido por nosotros. Vamos compartiendo a Dios con los demás en la oración, en la Eucaristía, en el servicio digno y amoroso que podemos ofrecer a los demás. Seamos testimonio de que en la oración queremos comprender que, Jesús es también nuestro Padre y que al hablar con Él, podemos decirle: Padre, escúchame.

Propósito de hoy: Aumenta mi fe, Padre, para seguir dando testimonio de tu amor y poder reconocerte en tu Hijo Jesucristo.