12 DE ABRIL: CONCÉDEME LA GRACIA DE LA FE.

Juan 6, 1-15 “Este hombre es verdaderamente el profeta que debía venir al mundo”.

La multiplication de los panes. Otro milagro. Un testimonio más para que nos diéramos cuenta de que Jesús no solo era un profeta sino el Hijo de Dios. Jesús actuaba con seguridad, aún si preguntaba a sus discípulos qué había que hacer, Él ya tenía la respuesta; con fe seguía las indicaciones de su Padre.

¿Cuántos milagros has visto en tu vida?, ¿Uno, cinco, ni uno solo? Si te digo que despertarte cada mañana es tu primer milagro del día, ¿Podrías tú solo pensar en cuántos milagros más recibes diarios? Anda, toma un momento y piensa. Y una vez que te des cuenta de los muchos milagros que ves al día: Da gracias a Dios.

Cuando Jesús multiplica los panes y los peces, como nos relata Juan en este Evangelio, me hace recordar cuando llegan visitas y creemos que no tenemos gran cosa que ofrecerles de comer, ¿Te ha sucedido? Pero, oh sorpresa, cuando empiezas a sacar algo del refrigerador o de la alacena y ¡siguen saliendo más cosas que ofrecer! Esos son los milagros de Dios, los que en el momento que los necesitamos, Él está ahí, presente, no nos abandona. Recuerdo la historia de unas religiosas en Tierra Santa que platicaban que no tenían nada que cenar en el orfanato que estaban y justo a la hora de la cena, suena el timbre de la puerta y al abrir, hay alguien que llega con cajas de alimento, sin decir quién las enviaba. 

Así actúa Dios. Solo que nosotros tenemos un conflicto. No queremos ver la presencia de Dios en cada acción que tomamos, en cada decision hecha, mucho menos darnos cuenta que es Su mano salvífica la que toma nuestra mano en momentos de angustia o de soledad. ¡Nos hace falta fe! Pero la fe no llega sola, no; la fe es una gracia que debemos pedirle a Dios y Él nos va a llenar de Su gracia para que nosotros aprendamos a confiar en Él y a darnos cuenta que es por Su amor que logramos todo. Es en Su amor que vivimos en la verdad para tomar mejores decisiones, es con Su amor, que podemos identificar a Jesucristo como Su Hijo único, al que envió al mundo para poderlo ver y tocar, para identificarlo como el Mesías, para saber que en su presencia humana podemos regocijarnos en su infinito amor y misericordia.

Propósito de hoy: Que tu gracia sea siempre conmigo, para reconocer a Jesucristo como Tu Hijo amado y anunciar al mundo que Jesús es el amor que todos necesitamos.