7 DE ABRIL: TU AMOR TOCA MI VIDA TODOS LOS DÍAS.

Juan 20, 19-31 “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Seguimos emocionados con la Resurrección de Jesucristo y así debemos permanecer, porque es en Su Resurrección que vivimos llenos de esperanza de que las bondades de Dios van a acompañarnos siempre. Juan nos relata cómo Tomás no creyó cuando sus amigos le dijeron que habían visto al resucitado, y de alguna manera que suena un poco insolente les dice: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. Tal vez todo se debía a un poco de miedo y sabemos que el miedo siempre nos hace dudar de lo que ya sabemos que es cierto.

¿Cuántas veces hemos dudado en acercarnos a alguien a decirle “Te quiero”? Puede haber sido a nuestros padres o hermanos o a aquella persona que nos agrada pero que no sabemos cómo va a reaccionar y preferimos callar. Y así con muchas situaciones en nuestra vida, como decirle a alguien que no nos gusta su comportamiento y preferimos callar por miedo a su reacción. Tal vez Tomás tuvo miedo y es justificable, solo que en su caso lo que le faltó es fe; porque Jesús ya les había anunciado lo que iba a suceder y el porqué de su propia resurrección.

El miedo nunca es buen aliado, nos hace dudar de todo porque no sabemos las reacciones o respuestas de los demás. Lo que jamás nos debe causar miedo es nuestra fe. ¡No! Creer que Jesús está vivo y que Su resurrección es para nuestro bien, para nuestra salvación es algo que debe estar ardiendo en nuestro corazón ¡Sí! Jesús es nuestro centro, es nuestra alianza, es nuestra esperanza para ir por el camino difícil que nos lleva hasta el Padre. Jesús está vivo en tu corazón y en el mío y aunque nos parezca difícil de creer también está vivo en el que comete errores y faltas, en quién nos lastima y en quién sufre. Jesús no solo vive en el que cree que tiene “su vida resuelta”, no, Jesús con Su Palabra de Vida Eterna está siempre presente en nuestra vida diaria, con nuestros aciertos y nuestros errores, nunca nos deja solos.

Dichosos los que hemos sabido reconocer a Jesús sin haberlo podido tocar, ni ver hace dos mil años y somos dichosos porque sabemos que es Él quién toma nuestra mano cuando estamos angustiados, cuando el dolor no nos deja vivir en paz, cuando las tentaciones parecen rondar siempre a nuestro al rededor. Jesús nos lleva de la mano para fortalecernos en la fe de que Él nos ha traído la salvación y quiere que aprendamos a estar confiados en Su palabra de amor.

Propósito de hoy: Padre, permite que mi fe me acerque más a Tu Hijo Jesucristo y que pueda reconocerlo en aquel que está frente a mi, en su bondad y su alegría y permite también que otros reconozcan en mí el amor infinito de Jesús para poder compartirlo con las personas que me rodean. Permíteme vivir en Tu gracia porque aunque no lo toqué, sé que Él toca mi vida todos los días.