3 DE ABRIL: CAMINANDO JUNTO A TI, JESÚS.

Lucas 24, 13-35 V “¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino!“

¡El camino de Emaús! Recuerdo haber esperado 8 meses hasta que llegara el Lunes Santo, después de la Resurrección de Jesucristo, para caminar 35 kilómetros hasta llegar a Emaús, en la Tierra Santa, saliendo desde Jerusalén y también mi corazón ardía como el de sus discípulos.

Les cuento que fueron laderas y precipicios inclinados llenos de flores silvestres y cerros de piedra, atravesamos ruinas y pueblos pequeños que ilustraban el camino como una hermosa pintura, con vistas hacia lo lejos de cerros que parecían inalcanzables. En Israel no solo hay desiertos como se piensa, también hay montañas, mar y nieve.

Encontrarnos en el camino, significa estar atentos a la persona que viaja con nosotros; en mi camino a Emaús me sentí acompañada por Jesús en la presencia de aquel que iba a mi lado. Cuando Jesús caminaba con sus discípulos rumbo a Emaús, éstos iban tan absortos en las noticias de Jesús desaparecido del sepulcro, que no prestaron mucha atención al que iba a su lado. ¿Cuántas veces hacemos lo mismo? Damos por hecho que quién camina junto a nosotros es alguien sin importancia y nos perdemos en nosotros mismos sin saber la bendición que hay frente a nuestro ojos. Jesús camina a nuestro lado siempre, nunca nos deja solos, está presente en nuestros triunfos y también en nuestro dolor, Él a veces hasta toma nuestra mano o nos lleva en sus brazos, pero no lo vemos, no lo sentimos, estamos distraídos

Jesús, es nuestro compañero en el camino.

En mi caminar a Emaús, reiteré una vez más, que jamás vamos solos, que siempre está esa luz de esperanza -que es Jesús- que nos alienta para saber que cuando seguimos hacia el frente, aun con las tentaciones que se nos presentan vamos a llegar a un lugar donde el amor nos espera.

La esperanza de la Resurrección de Jesús nos recuerda que Dios nos ama, que en la tristeza y el dolor vamos a recibir Su consuelo, “Con solo tocar un pedazo de su ropa” decía la mujer que por 12 años vivía en una agonía que Jesús calmó en su corazón; y es en ese caminar nuestro, junto con Él, que vamos a reconocer Su misericordia, Su perdón y ese infinito amor que nos regala cada día cuando nos cuida, cuando nos permite aceptar la verdad que debemos seguir, cuando nos perdona y cuando nos recuerda, por medio del que camina a nuestro lado, que no estamos solos, que es Él quien nos acompaña.

Propósito de hoy: Padre, ayúdame a ver que Tu Hijo camina a mi lado a cada paso que doy y a agradecer que se hizo en Él tu voluntad para mi salvación.