1 DE ABRIL: SIN MIEDO ME ENCUENTRO CONTIGO.

Mateo 28, 8-15 “No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán”.

“No tengan miedo”. Muchos de nosotros hemos escuchado estas palabras de la boca de San Juan Pablo II durante su pontificado. Él, adoptó las palabras de Jesucristo y con valentía nos decía que no tuviéramos miedo de hablar de Jesús, de llamarnos hijos de Dios, de sentir con el corazón y de tener un alma pura. Nos invitaba a salir a la calle y jamás negar nuestra fe católica y cristiana y nos animaba diciéndonos éstas palabras. Así les dice Jesús a las mujeres que lo vieron una vez resucitado, que fueran a decirle a los discípulos que Él los encontraría en Galilea y que no tuvieran miedo, que anunciaran que había resucitado.

Sabemos que muchas veces el miedo nos llega porque desconocemos lo que va a suceder; como cuando Pedro tuvo miedo de morir y negó a Jesús tres veces, o como cuando crucificamos a Jesús porque nos daba miedo no entender lo que Él quería enseñarnos. Su sabiduría le daba temor a los sacerdotes y a los escribas porque ellos creían que sabían todo sobre Dios, y encontrarse con un joven que hablaba con la autoridad de Dios era un blasfemo. Sin embargo, su fe no era tan fuerte como pensaban; para ellos su Dios no podía ser Jesús, y no quisieron aceptarlo como Hijo de Dios.

Pero ¿Por qué no?…tal vez porque Jesús es bueno.

¡Qué trabajo nos cuesta aceptar a una persona buena! Nos reímos y burlamos de aquellos que hablan de paz, que viven proclamando la verdad, que se entregan al amor de Dios y que actúan imitando a Jesucristo. Luego decimos: “mira, que tonto”, tonto porque perdona, tonto por que siente misericordia, tonto porque tiene compasión. Y es una realidad tan triste, porque solo nos indica que, con la muerte de Jesús en la cruz, no aprendimos gran cosa. No nos identificamos mucho con Él, no queremos ser como Él: un ejemplo de perdón y obediencia a la palabra de Dios. Entonces debemos preguntarnos el por qué, ¿Cómo es que no aprendo a perdonar, o a ser una buena imitación de Cristo?

Ahora que Jesús ha resucitado y que nuestra religión toma sentido, nos llama a hablar de Él, debemos correr a anunciar la Buena Nueva, a compartir al Dios con nosotros, a vivir con esperanza nuestra vida y a seguir el camino del amor al que nos invita todos los días.

Hay que aprender a compartir el amor de Dios por medio de nuestros actos hacia los demás y así, convertimos en personas de bien que contagien a otros para juntos, seguir al Resucitado, a Jesús de Nazaret.

Propósito de hoy: Padre, que mi boca jamás se avergüence de hablar de ti, que el miedo a Tu Palabra de Vida Eterna jamás se apodere de mi, para dirigirme hasta el lugar donde puedo encontrarme contigo, en Tu amor.