30 DE MARZO: QUE TU RESURRECCIÓN RENUEVE MI VIDA.

Vigilia Pascual en la noche santa, Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor. Mateo 27, 62-66 “Después de tres días, seré resucitado”.

Anoche vivimos junto a María, la Virgen Dolorosa, el sufrimiento de ver morir a un hijo. Dicen que no hay dolor más grande que éste. María sostuvo a su Hijo Jesucristo en brazos cuando fue bajado de la cruz y el pesar de haber visto morir a su Hijo crucificado ha de ser un dolor inimaginable donde María nos da una muestra perfecta del amor al Padre, de entrega, de aceptación; ella es nuestro consuelo en el dolor y nuestra paz en la agonía.

Jesús promete resucitar al tercer día y salir de ese sepulcro para entregarnos Su amor infinito, para darnos la salvación y perdonar nuestros pecados. Jesús ha muerto. Pero en realidad ha nacido a un encuentro nuevo con nosotros, porque nos trae la esperanza de la vida eterna y en esa esperanza nos llena de gozo saber que todos podemos morir ante nuestras debilidades y renacer como personas nuevas, llenas de fe, de oración, de amor.

Que la muerte de Jesus no sea en vano. Que Su muerte sea ejemplo de obediencia y aceptación ante lo que Dios tiene preparado para cada uno de nosotros, para ser fieles y no permitir que algo nos separe de Dios, al contrario que Su muerte traiga luz y vida a nuestra existencia, que podamos sentirnos amados y perdonados. Que el dolor de María represente la fe en nuestro corazón, que su fortaleza sea también nuestra para saber vivir con amor las penas que se adueñan de nuestras emociones, o las angustias y dolores que nos toca vivir. Permitamos que su dolor también sea nuestro y que su virtud también sea nuestra.

Jesús vuelve a la vida porque aún tenemos mucho que aprender de Él, no hemos comenzado siquiera a vivir en la plenitud que nos da Su amor. Seguimos renuentes ante la idea de convertirnos en personas que solo desean el bien, seguimos cargando con el coraje y la ira, con el resentimiento y la maldad; no hemos podido encontrar un punto seguro para traer la paz a otros y poder perdonar con un corazón arrepentido. Tenemos mucho más que aprender de Jesús y Él quiere darnos más oportunidades para renacer a un nuevo “Yo”, a una mejor manera de tratar a los demás y poder ser como Él en el servicio y el amor que le damos a las personas que comparten su vida con la nuestra.

Propósito de hoy: Arrepentirme y recapacitar para resucitar también ante el amor de Dios para discernir cuál es el camino que Dios quiere que yo siga, en el dolor, en la alegría y en el amor.