25 DE MARZO: MI CORAZÓN TE ESPERA.

Juan 12, 1-11 “A mí no siempre me tendrán”.

Solemos guiar nuestra vida en el concepto de lo que tenemos y lo que no, mucha gente se valora a sí misma por lo que tiene y no por lo que es y es cuando empezamos a tener fallas, porque en ese deseo de tener nos entra la ambición y siempre queremos más. Jesús nos habla en este Evangelio de Juan sobre el deseo de María, la hermana de Lázaro de atenderlo, de cuidarlo, de acompañarlo y lo unge con un aceite de nardo que costaba mucho, para luego enjugarlo con su cabellera. Hay una reacción por parte de Judas Iscariote de reclamo, porque María pudo haber vendido el aceite en lugar de usarlo con Jesús; a lo que Jesús contesta: “Déjala, esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura”.

Jesús entiende muy bien la necesidad de María de hacer algo por Él y comprende las palabras de Judas Iscariote también. Es la acción del bien y del mal. Ella tiene genuino interés en Jesús y él en realidad solo piensa en el dinero. Por ende les dice: “A mí no siempre me tendrán”, justificando la acción de María al utilizar ese aceite tan costoso en un acto de amor, reconociendo que Jesús es Rey y Señor de entre todos los que estaban ahí presentes.

No siempre tendremos a Jesús, nos dice y habrá que entender estas palabras. A Jesús lo vamos a perder si nuestras acciones van en contra de la voluntad del padre, si no queremos dar testimonio de amor ante las personas que nos rodean, si nos negamos rotundamente a perdonar y a pedir perdón. Tener a Jesús significa abrirle nuestro corazón para que viva en el, significa hacer oración para querer crecer en nuestra fe, significa que vamos a servir a los demás desde la comprensión y la caridad, desde el lugar donde nos encontramos y así como María, acercarnos a Él con humildad postrados a sus pies como muestra de que entendemos su mensaje de amor y queremos compartirlo con los demás.

Propósito de hoy: Ayúdame Padre a saber distinguir lo que es importante, para poder dar fe de que Tú siempre estás junto a mi.