17 DE MARZO: YO TE VEO, JESÚS.

Juan 12, 20-33 “Señor, quisiéramos ver a Jesús”.

¡Ver a Jesús! ¿Quién quiere ver a Jesús, al Hijo de Dios, al Salvador? ¡Todos! Así es, de algúna manera, todos queremos ver a Jesús. ¿Verdad? Pues a Jesús lo tenemos enfrente de nosotros siempre. Jesús es nuestro prójimo, es al que ayudamos cuando nos pide algo, es con quién compartimos nuestra vida. Jesús es el buen hombre del camino, es la señora de la limpieza, es el cocinero del lugar a donde nos gusta ir a comer. Jesús es nuestro hermano y nuestro amigo, es nuestro padre y compañero. Jesús está presente en todas las personas que nos rodean, solo que no nos hemos dado cuenta de que somos imagen y semejanza del Hijo de Dios, por consiguiente nosotros también somos Jesús.

Ya nos acercamos al momento en que Jesús será crucificado y en esa cruz Él nos dice que somos sus hermanos, hijos de María, su madre. Jesús nos recuerda que somos hijos de Dios, que fuimos creados con amor, por amor y para el amor de Dios. Nos cuesta trabajo entender que es por amor que estamos aquí y que nuestra principal finalidad como seres humanos es amar. Y el amor no es solo ese que se da entre parejas, no, el amor es el sentimiento compasivo que tenemos hacia los demás, es la atención con la que cuidamos a las personas con las que formamos una familia, una amistad, una convivencia; el amor se ve en nuestra entrega, en el servicio digno que ofrecemos a otros, el amor es comprender el perdón.

Todos queremos ver a Jesús y lo podemos ver y sentir por medio de nuestras fe. La oración nos hace fuertes, nos acerca a Dios, nos une a la figura del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y es por medio de la oración que podemos comprender que servir a los demás no es humillarse ante ellos, no, claro que no; servir a los demás como a nuestros padres en el hogar, a nuestros hermanos en su tarea diaria, a nuestros amigos, al que nos encontramos en el camino con una carreta rota y que levantamos del lodo, como hizo el buen samaritano, nos acerca a ser como Jesús.

El camino será difícil pero menos duro de atravesar, porque es Él quién nos va tomando de la mano, nos jala si es necesario o nos levanta en sus brazos cuando creemos no poder seguir más. Vivir en el  amor es unirnos al corazón bondadoso y misericordioso de Jesús.

Propósito de hoy: Permíteme levantar la mirada y ver en el otro tu rostro, lleno de amor y bondad para poder sentir que también yo, soy un reflejo de tu amor.