14 DE MARZO: EN TÍ, ENCUENTRO LA VIDA.

Juan 5, 31-47 “¡Y ustedes no quieren venir a mí para tener vida!“

Jesús nos habla en este Evangelio de Juan, de la forma en que nos desviamos y dejamos de creer en Dios. Habla de cómo estudiamos las escrituras y creemos que vamos aprendiendo a conocer a Dios, pero no lo sentimos, no lo amamos, dudamos de Él. Nos habla de aquellos que llegaron primero a dar testimonio suyo y cómo no hemos creído nada de lo que nos dicen, ni a Juan, ni a Moisés, que nos hablaron de Jesús y muchos aún no lo conocemos.

Jesús nos habla de la importancia de dar testimonio de alguien, porque cuando uno habla de sí mismo se cae en el egocentrismo y como sabemos “nadie es profeta en su tierra”. Y Jesús, fue anunciado tantas veces que lo menos que podemos hacer es creer en su amor infinito por nosotros, en que nos anunció que vendría y si no estuvimos preparados antes, podemos prepararnos ahora, en este tiempo cuaresmal. ¡Sí! Estamos en tiempo de sacar las ataduras que nos trae el pecado, de dejar los resentimientos atrás y procurar acercarnos a aquellos a quienes lastimamos, también es momento oportuno para aceptar las disculpas de otros, de perdonar, de abrazar y de recuperar esos amores perdidos en la soledad de nuestra alma.

La Cuaresma nos invita a acercarnos a Jesús, a vivir juntos su persecucion, a sentir en su dolor nuestro dolor, a tener compasión, como la tuvo Él, en la cruz y nos dio con su muerte, vida.

Dejemos llevarnos por la misericordia, por la verdad, por ese gran amor  de Jesús para poder reconocerlo en nuestro hermano; en aquel que sufre, o tiene hambre, en el que llora y tiene frio. Reconocerlo en nosotros mismos para dar testimonio de fe en que creemos en Él, en su Palabra y que con nuestras acciones de amor en el servicio a otros alcanzamos a tocar un pequeño pedazo de su manto. 

Que esta Cuaresma nos ayude a crecer nuestra fe y a ser testigos de que Jesús vino a darnos la salvación y a traernos la paz.

Propósito de hoy: Darme cuenta que la muerte de Jesús vino a calmar nuestro dolor y a hacernos sentir el amor que Dios tiene por nosotros.