5 DE MARZO: A TU LADO, PUEDO PERDONAR.

Mateo 18, 21-35 “Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo?”

Qué buena pregunta ¿Verdad? cuántas veces ofendemos a alguien una y otra vez, cuántas veces nos ofenden una y otra vez y cuántas perdonamos o somos perdonados. En una relación de familia es casi algo de todos los días. Que si le grité a mis padres, que si no obedecí a los mayores, que si fui grosero con mi hermano, que si me comí la comida de alguien más y siempre tenemos que pedir perdón, una y otra vez y, ¿Para qué? Te lo has preguntado.

El Evangelio nos habla de aquel jefe que le perdonó la deuda a su empleado cuando éste le suplicó y ¿Qué es lo que hizo este empleado con alguien que le debía a él? ¡Lo golpeó! Y lo mandó a la cárcel. Entonces hablamos aquí de justicia. Cómo es posible que mi hermano me perdona cuando lo ofendo y yo no quiero hacer lo mismo, y entonces esto se convierte en un regalo que tuvimos al ser perdonados y en una maldición cuando no quisimos actuar igual. Y tal vez creemos que nadie se va a dar cuenta, pero con que cada uno esté consciente de sus acciones es suficiente porque quién siempre se da cuenta es Dios y es al final del camino que seremos juzgados. Y siempre debemos recordar que, es por nuestras obras que somos personas valerosas, es por nuestra compasión y misericordia que somos testimonio del amor de Jesucristo.

El perdón es la muestra más grande de amor que existe entre la humanidad. Jesús en la cruz: ¡Pidió por ti y pidió por mí y pidió por el mundo entero! aún me cuesta tanto reconocer que me amó tanto que estando a punto de morir injustamente por mis pecados, tuvo el corazón tan amoroso que pidió por mí, por mi salvación. Y es su ejemplo el que nos debe motivar para imitarlo, si Él nos perdonó ¡Cómo es que nosotros no podemos perdonarnos unos a otros! 

Que esta Cuaresma sea nuestra esperanza en el perdón, que la oración nos ayude a comprender las cosas de Dios, que entendamos que pedir perdón nos va a sanar tanto como cuando perdonamos y si alguien no quiere perdonarnos, bueno, eso ya es algo personal de esa persona; nosotros debemos preocuparnos por lo que nosotros hacemos o dejamos de hacer, que nuestro arrepentimiento sea honesto y sincero para poder vivir en paz y poder amarnos como Jesús nos ama todos los días de nuestra vida.

Propósito de hoy: Que mi corazón nunca se canse de pedir perdón y que mí humildad siempre me acerque al otro a pedirle perdón por mis ofensas, tal y como recito cada vez en la oración del Padre Nuestro, como Jesús me enseñó.