28 DE FEBRERO: NO QUIERO CAUSAR TU DOLOR.

Mateo 20, 17-28 “Para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen”.

¡Qué valor tiene Jesús! el Hijo de Dios, que nos anuncia lo que viene para él, nos dice que será entregado a lo sumos sacerdotes, ¿se imaginan? y ellos son quienes lo van a condenar a muerte. ¡Qué difícil! primero, creer que son los sabios, los conocedores de la ley quienes lo van a condenar y segundo, saber que su destino está ya definido para salvar a otros del pecado y esos otros somos nosotros. Si aún no hemos entendido la vida, muerte y resurrección del Hijo de Dios, nos falta entonces tanta voluntad para comprender que su entrega es una entrega de amor.

Burlarse: es una acción que desafortunadamente vemos desde que somos niños, es muy común reírnos del que viste diferente, o de aquel que usa lentes porque no ve bien sin darnos cuenta que los usa para mejorar su salud, no para que nos burlemos de él y nos burlamos hasta de aquellas personas que hablan del amor de Dios, de quienes dicen que solo quieren paz, o de aquellos que nos acercamos a decirte que podemos ayudarte y tu lo que haces es con soberbia decir que no necesitas la ayuda de nadie; si, también de esas personas nos burlamos porque quieren hacer algo bueno.

Azotar: es una acción que vemos seguido en la violencia domestica donde se abusa del mas débil, de quien no puede defenderse y el que maltrata se cree glorioso, piensa que todo lo puede y no sabe que aliarse con el demonio solo endurece su corazón; también lo vemos en los grupos para dar a conocer quién es el mas fuerte y confunden la fortaleza física creyendo que porque saben golpear a otros son mejores, y que tan equivocados están. Tal vez deberían darse cuenta que su actitud es por la carencia de virtudes, por que cuando tienes amor en el corazón procuras el bien y no permites por ninguna razón que el diablo se apodere de ti con su ira y su odio para creer que tienes derecho a azotar a otros por ser el mas fuerte.

Crucificar: vemos la imagen de Jesús en la cruz, humillado, burlado, azotado y crucificado hasta la muerte y pensamos que nosotros no tenemos nada que ver. Pero cuando le hacemos la vida imposible a alguien con nuestras acciones, con nuestra burla y discriminación, con nuestras palabras y abusos emocionales y físicos, estamos crucificando a esa persona que tal vez es motivo de nuestra envidia y nuestros celos porque la consideramos mejor que nosotros, y también volvemos a crucificar al Hijo de Dios.

Así es con Jesús, le tenemos miedo a su sabiduría y a sus constantes demostraciones de amor.

Propósito de hoy: Darme cuenta cuando me burlo, o soy prepotente o lastimo a alguien más, es a Jesucristo a quien vuelvo a crucificar.