17 DE FEBRERO: JESÚS VINO A SALVARNOS.

Lucas 5, 27-32 “No he venido a salvar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”.

Una vez, alguien señaló que la iglesia es el lugar de encuentro de pecadores e infractores de la ley; tal vez lo quiso decir en forma ofensiva y denigrante, pero ¿Acaso no es verdad? ¡Jesús vino a salvarnos! Sí, y que no nos ofenda un comentario ponzoñoso como éste, porque darle el nombre a lo que hacemos que no agrada a Dios es reconocer que necesitamos de Su amor y Su perdón; y está bien, no te sientas incómodo, o mal, o arruinado porque todos los gentiles necesitamos de Él.

El camino a la conversión tiene subidas y bajadas, inicia cuando le damos su lugar a Dios Padre en nuestra vida y continúa cuando le pedimos ayuda y eso es algo de todos los días. La vida no va a darnos la gracia de Dios si no queremos darnos cuenta que es justo Él, quien guía el camino, quién nos da Su luz, quién al final es el que abraza y consuela a nuestro corazón.

Jesús en la cruz le pide perdón a Su Padre por nosotros y en ese perdón nos está diciendo que no hay absolutamente nada que Él, como Hijo de Dios no pueda perdonarnos. Nunca nos va a dejar solos, al contrario, somos nosotros quienes en nuestra angustia y nuestro pecado nos avergonzamos y creemos que no somos dignos de que Jesús nos ame, mucho menos que nos perdone. Pero, ahí está nuestro error. Jesús espera, bendice, consuela y sobre todo ama.

Empecemos hoy, no es tarde aún ni para ti, ni para mí, para comenzar a darle un giro a la vida; para querer usar esos dones escondidos por ahí en el olvido y reconocer en nosotros mismos la gracia de Dios. Porque todos estamos llenos de virtudes, de talentos, de la capacidad de entender y aprender que es con Dios que podemos seguir levantándonos cuando caemos. Y es que es, a través de Él, que recibimos el perdón y la gracia para perdonar a quien nos ha lastimado, para convertir nuestras debilidades en fortalezas, porque éstas nos permiten ser personas de bien, ayudar a los demás y servir con dignidad donde quiera que vamos.

Recordemos que sin Dios seremos miserables y que con Dios, la luz intensa de Su amor, nos guiará para aceptar las piedras del camino y convertirlas en enseñanzas que nos acercan más a Él.

Propósito de hoy: Acepta Padre mi corazón arrepentido para que jamás deje que te separes de mi.