8 DE FEBRERO: REANUDANDO MI RELACIÓN CONTIGO.

Marcos 7, 24-30 “El demonio se había marchado”.

Cuando hablamos de fe. Del 1 al 10 ¿Qué tan grande es nuestra fe? Este Evangelio nos habla de la mujer que insistía en hablar con Jesús para pedirle que sanara a su hija, que le sacara el demonio que la tenía poseída. No se sabe si ella era una mujer poderosa, o adinerada, o pobre; lo que sí se sabe es que era una mujer que creyó en el Hijo de Dios y lo buscó hasta encontrarlo para que hiciera un milagro por su hija. Ella es una mujer de oración, como tú y como yo, que creía en el poder de la oración y cada vez aumentaba más su fe.

Qué bendecidos somos todos los que creemos en los milagros, pero los de Dios; porque por ahí se escuchan personas que creen en milagros hechos por algún extraterrestre, o por los astros, o cualquier dios que alaban. Sin embargo, para milagros tenemos a Un solo Dios, que nos protege, que sana nuestros corazones, que cura nuestras heridas y que nos ama aún cuando buscamos lo divino en algo ajeno a Él. Dios es amor y Jesús nos da la muestra de que la oración mueve montañas, apacigua las aguas y tormentas, que logra todo lo que nosotros creemos posible. Es nuestra fe la que ve los milagros en nuestra vida, suceder.

Cuando tenemos comportamientos ofensivos, o negativos, o cuando nos lastimamos a nosotros mismos, es porque no hemos encontrado a Jesús en nuestro corazón. Él es nuestro alimento y cuando no tenemos los nutrientes suficientes, todo nuestro sistema se ve afectado. Empezamos a resentir a los demás, a ofender, a traicionar; nuestra conducta parece poseída por el demonio y no hacemos nada por cambiar, nos da miedo acercarnos a Dios, a veces porque el mal no nos deja y otras porque nos avergonzamos y no sabemos por donde empezar nuestro arrepentimiento, no podemos acercarnos a Dios, nos sentimos impuros. La buena noticia es que Dios nos está esperando, sí, Él sabe que con solo verlo vamos a reanudar nuestra relación personal de fe entre los dos.

Hay que acercarnos a Dios, por medio de Jesús, Su Hijo que siendo hombre comprende exactamente lo que sufrimos, lo que nos da miedo y siempre está ahí, para tomar nuestra mano y ayudarnos a levantar para continuar con nuestra vida.

Propósito de hoy: Ser una persona honesta en mis convicciones y pedirle ayuda a Dios para que nunca me suelte de la mano.