21 DE ENERO: TU PALABRA DE AMOR, ME FORTALECE.

Marcos 1, 14-20 “Arrepiéntanse y crean en el Evangelio”

Creer en la Palabra de Dios y arrepentirnos de lo que hemos hecho mal, es lo que nos pide Jesús. ¡Síganme! Nos llama todos los días, porque quiere que nos demos cuenta que Él va caminando con nosotros y nos escucha y sabe de nuestro dolor, porque viene a nuestro lado. Él está con ansia esperando que nos demos cuenta de Su presencia, que alcemos la mirada y lo veamos a Él, fiel y a nuestro alcance; está esperando que le hablemos, que lo sintamos en el corazón y que lo dejemos ser parte de nuestra agitada vida.

Arrepentirnos de lo que hacemos mal, es una consecuencia de nuestra conciencia moral que nos debe llevar a rectificar; sí, a saber que herimos a alguien, que actuamos en egoísmo, que sentimos odio y coraje hacia alguien más y al darnos cuenta, querer acercarnos a pedir perdón, a tomar la mano del amigo que ofendimos, a visitar a nuestros padres abandonados por el ritmo social de nuestra vida, a ir al confesionario y pedirle a Dios por nuestro corazón y por el perdón de las faltas que hacemos diario y que tal vez no nos damos cuenta en el momento. Está bien tener un corazón humilde para cambiar nuestros comportamientos y acciones.

La Palabra de Dios que leemos en la Biblia y a través de los Evangelios, son indicaciones sobre la manera de vivir la vida. Sí, en la Biblia encontramos, de verdad, todas las soluciones a nuestros problemas. La palabra clave a aprender y a ejercitar es: AMOR.

Por amor somos capaces de todo, por amor sentimos una fuerza inexplicable que nos motiva al bien y por amor el ser humano construye, pero también destruye. Así es, el amor también destruye. Pero destruye cuando no está fundamentado en el amor infinito de Dios. Pero ¿Cómo? Dios nos envía a su Hijo Jesús a traernos la salvación, para arrepentirnos de nuestros errores y para que lo escuchemos. Es por el amor de Dios, que nosotros recibimos del Espíritu Santo el fruto del amor y es ese amor con que vivimos la Palabra de Dios, que nos fortalece para que nuestras acciones sean para bien y no para mal, para no destruir lo que amamos. Nuestro amor debe estar fundamentado en el amor de Dios y de ahí partir para tomar decisiones libres respecto al tipo de persona que queremos ser.

Propósito de hoy: Que el amor de Dios sea mi fuerza para ser una persona que siempre construya y ame, que ninguna tentación me aleje de la Palabra de Dios.