15 DE ENERO: SOY RESPONSABLE DE MÍ MISMO.

Marcoa 2, 18-22 “¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, y los tuyos no?”

Esa mala costumbre de estar fijándonos en lo que hacen los demás la traemos arraigada desde toda la vida. ¿Por qué unos ayunan, pero tú no? ¿Por qué unos van a misa, pero tú no? ¿Por qué unos hacen lo que deben hacer, pero tú no? Y podemos preguntarnos ¿Quién tiene la razón?

“A vino nuevo, odres nuevas” nos dice Jesús, ¡hay que renovarnos! Hay que dejarnos enamorar por el Espiritu Santo, el Espíritu de Dios, hay que ser flexibles y principalmente hay que poner atención en lo que nosotros hacemos y decimos mucho más que en lo que vemos que hacen, o dicen los demás. Cada quién es responsable de sí mismo y si el otro no fue a misa, o no ayunó, o no hace lo mismo que nosotros es por que cada uno tiene sus propias razones, que nosotros desconocemos. Y está bien; no debemos ser una mala imitación de los demás, pero sí debemos ser una buena imitación de Cristo: del que perdona y sabe entregarse a los demás, del justo que deja su huella de amor por donde camina, del que nos llena la vida de alegría cuando nos dejamos guiar por Él.

¡Qué importa lo que hacen los demás! Lo único que debe ser prioritario es lo que hacemos nosotros y los fines que nos mueven, lo que nos motiva al bien, o al mal; que no se nos vaya la vida criticando y juzgando a nuestro vecino, porque entonces será una vida perdida. Es mejor ser un ejemplo y dejar también, como Jesús, nuestra huella para que, los que quieran seguirnos, sea por el bien que hicimos, por lo mucho que ayudamos y por el amor que compartimos…eso es lo que importa.

Vivir en la verdad de Jesucristo y estar dispuestos a cambiar para ser mejores seres humanos, al servicio de Dios y los demás, nos va a traer paz y tranquilidad al corazón, vamos a vivir sin tanta preocupación, dejando de lado nuestra a veces absurda terquedad. Vamos dejándonos llevar de la mano de Dios y que sea la fortaleza que necesitamos para aceptar las cosas y entender que debemos poner más atención en nuestras acciones, que en la de los demás.

Propósito de hoy: Quiero reconocer cuál es la voluntad de Dios para mi vida y preocuparme por ser mejor cada día, imitando a Su Hijo Jesucristo.