7 DE ENERO: PROTEJO A QUIÉN AMO.

Mateo 2, 1-12 “Avísenme para que yo también vaya a adorarlo”.

¡Qué palabras tan alentadoras! Avísenme para yo también ir a adorar al niño que acaba de nacer, más, si ese niño es el rey de los judíos, dijo el entonces Rey Herodes. Y yo observo: ¡Qué fácil es mentir y que los demás nos crean! ¿Verdad?

Movido por el miedo a no saber nada de este supuesto rey, por los celos de que alguien más sea llamado rey y por el odio ante una amenaza a perder su trabajo como rey, Herodes, se pone piel de oveja para pedirle a los Reyes Magos que regresen a darle información sobre el nacimiento de Jesucristo, el Salvador. ¿Cuánto trabajo nos cuesta a nosotros mentir? ¿Acaso es algo que hacemos tan seguido que ya no somos conscientes de ello?

La mentira nos lleva a la traición, ¡vamos!, analízalo. ¿Qué sucede cuando mientes? generas más mentiras y la tentación de creer tus propias mentiras se hace algo del día a día. Muchas veces el ser humano se protege del dolor con una mentira, o logra sus objetivos con otra mentira y el resultado es que implicamos a personas a ser cómplices de nuestra maldad; porque por lo general el que actúa mal necesita compañía.

No seamos como Herodes, que su maldad lo llevó a ordenar asesinar a todos los niños nacidos en Belén y sus alrededores, para “deshacerse” de quién amenazaba quitarle su puesto.  Seamos como los Reyes de Oriente, que protegieron al recién nacido, a quién adoraron reconociéndolo como el Hijo de Dios.

Todos tenemos la capacidad de ser buenos y de querer hacer lo mejor para los demás, en nuestros hogares y comunidades laborales, escolares, en el club; que la avaricia no inunde nuestro corazón y que cada vez que vayamos a hacer y decir algo sea siempre para bien y en la verdad, que las tentaciones del mal, las drogas, el alcohol, la prostitución no ocupen un valor mayor que la bondad, el servicio y el perdón. Seamos grandes en el amor que damos para cuidar siempre de aquellos a quienes amamos.

Propósito de hoy: Padre, que los deseos de poder no sean mayores que mis deseos de servir.