29 DE DICIEMBRE: HE VISTO AL SALVADOR.

Lucas 2, 22-35 “Mis ojos han visto a tu Salvador”.

¡Qué bonita expresión de amor y de fe escuchamos decir a Simeón! Él solo esperaba la llegada del Hijo de Dios para morir en paz, porque creía en la voz de los profetas anunciando la llegada de el Salvador.

Y me pregunto ¿Tú, has visto al Salvador?

Si Jesús ha venido para el bien de todos los pueblos, y es la luz que alumbra a las naciones y es la gloria de cada uno de sus hijos, creo que la respuesta es: “Sí, lo he visto”. Y es que podemos ver con el corazón las obras de Dios, y podemos sentir cuando su gracia cubre nuestro dolor, porque Él vino a traernos la paz, a colmarnos de esperanza para aprender de Él y sabernos llenos de su amor.

En la promesa de salvación, Dios nos habla a todos, quiere que nos reconozcamos en la persona de Jesucristo, que lo imitemos en la bondad y en el perdón. Ahora que está por terminar un año más, con el nacimiento del Salvador, vamos fortaleciendo nuestra fe en la oración permanente para vencer cualquier obstáculo que nos pueda apartar de Él, fortaleciendo nuestras costumbres y creencias, para que nos acerquen más a la vida escrita para cada uno de nosotros, donde dejemos atrás las tentaciones del mal y podamos resistir ante ellas.

La promesa de salvación, que es Jesús, que nos lleva de la mano de la misericordia y que nos invita a recibir al más humilde de todos, es como una luz en el horizonte de esperanza hacia un mundo donde las guerras y la desigualdad terminen, donde podamos convivir con personas que no piensan igual que nosotros, donde la verdad sea la de Jesucristo quién es el camino y la vida; donde podamos reconocernos con humildad, necesitados de Él.

Hemos visto al Salvador en las personas que están frente a nosotros, que viven con alegría y con fe, que están siempre a la espera de ser vistas también por Él, igual que tú y que yo, y que sabemos que por su amor, jamás vamos a apartarnos de Él. Imploremos pues su compasión para saber pedir perdón a quién lastimamos y a la vez, poder perdonar a quién nos ha ofendido con la misma bondad con que Jesús en la cruz, pidió perdón por nosotros, sus hijos amados.

Propósito de hoy: Reconocer en el Salvador el amor que tiene por mi, para que fortalezca mi fe y me permita tener compasión por los demás y poder pedir perdón.