24 DE DICIEMBRE: MARÍA, NUESTRA MADRE DE AMOR.

Lucas 1, 26-38 “El Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios”.

María, la joven protagonista de la historia de salvación; la que tuvo miedo y aún así su fe le dió la fortaleza para decir que Sí. ¡Que grande eres María, la llena de gracia, llena del amor de Dios, que por tu virtud Él te eligió para ser la Santísima Madre de su Hijo Jesús!

María, que dijiste que Sí y te convertiste en nuestra madre amadísima a quién acudimos todos los días para que nos cubras con tu manto santo y protejas a nuestras familias, a nuestros hijos y a nosotros mismos; la hermosa María, Reina del Cielo en quién ponemos nuestras oraciones para que lleguen pronto hasta el corazón de Dios, María, nuestra madre.

En la vida, Dios nos pone responsabilidades a cumplir, que nos van a ayudar a crecer y a tomar decisiones asertivas ¿Te imaginas a María y su temor cuando el ángel le dice “El Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios”? Bueno, creo que yo también tendría temor.

Cuando estás en Nazaret hay una pequeña plaza que se llama como ella y dicen que ahí fue donde el ángel se le apareció primero y ella sin saber lo que significaban esas palabras empezó a correr -acción que creo hubiese tenido también yo- y más adelante cuando el ángel le habló de nuevo “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”, fue que María aceptó por gracia de su fe, las palabras del ángel diciéndole “Hágase en mí, según tu palabra”, dándole el Sí a Dios, dejando todo su ser a la voluntad del Padre para que en ella se cumpliese la historia del amor de Dios por medio del Espíritu Santo para nosotros, sus hijos.

En ese lugar en Nazaret, donde María dijo Sí, donde se dió el “Fiat” de María y se reconoce como lugar original con el sello HIC, “Donde sucedió” se construyó la hermosa Basílica de la Anunciación.

María la Madre de Dios, humilde, amorosa, servicial supo obedecer a Dios hasta el último día de su vida, padeció el dolor de ver a su hijo en la cruz y en silencio lo recibió en sus brazos, como hace con nosotros cuando tenemos un dolor inconsolable. María, la madre de la humanidad también nos abraza y en nuestro dolor, nos llena de amor para poder soportar hasta lo más difícil que se nos presenta en el camino.

María; fortaleza, virtud, caridad, misericordia, paz, humildad, la Madre del Hijo de Dios que está por nacer, será siempre la figura a imitar…María, nuestra madre de amor.

Propósito de hoy: En la víspera del nacimiento del Redentor quiero pedir perdón a todas las personas que he ofendido y le pido a María mi madre, que me llene de su amor para poder recibir al Niño Dios en mi corazón.