15 DE DICIEMBRE: SER RECONOCIDO POR TI.

Mateo 11, 16-19 “La sabiduría de Dios se justifica a sí misma por sus obras”.

Las obras son lo que nos identifican, es por las obras de caridad que seremos reconocidos y juzgados, nos recuerda siempre, Santa Teresa de Calcuta y es verdad. Cuando hacemos oración, estamos aumentando nuestra fe y la ponemos en práctica con acciones visibles a través del servicio que damos a los demás, siempre fortalecidos por ese sentimiento de amor y de caridad, que nos da Dios por medio de la oración.

Dios se hace presente en nuestra vida en todo momento cuando hacemos obras de caridad; pero como seres humanos queremos algo palpable, que se pueda ver, más que sentir, porque queremos que la gente sea quien nos vea haciendo obras buenas, nos complicamos solo para recibir ese esperado: “Que bien lo hiciste”. Es entonces cuando me viene a la mente: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”.

Si Dios sabe a quién ayudamos, ¿Es necesario que los demás nos vean?

Y es cuando entra la sabiduría de Dios, en nuestra humildad; cuando nuestras acciones van enfocadas al servicio a otros, a ayudar a los demás y a saber que hemos sido útiles en el lugar donde estamos. Que si lavamos los platos, o acompañamos a los abuelos, o hicimos alguna donación y que logremos ese sentimiento de gratitud por poder ayudar en el servicio que damos con nuestras acciones.

Debemos tener en mente que ¡si ayudamos a otros, es porque por hoy, no necesitamos de otros! Y es ahí, donde no es necesario querer reconocimiento público, porque en nuestro corazón sabemos que es a Dios a quién complacemos, que al ver la sonrisa que nos regala la persona con quien convivimos es el mejor agradecimiento que podemos recibir…hacer el bien, sin mirar a quién.

Propósito de hoy: Quiero que sea Dios, quién me reconozca por las obras de amor, que ofrezco a los demás.