Lucas 13, 22-30 “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”
“Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal”, son las palabras de Jesús ante las preguntas de salvación que le hacen por el camino.
La pregunta de salvación nos la hacemos todos y tratamos de averiguar qué es lo que necesitamos hacer para obtener la salvación, para sanar nuestros pecados, para alcanzar la Gloria de Dios. Y Jesús nos responde que debemos querer entrar por la puerta angosta, para participar en el banquete del Reino de Dios.
Y ¿qué significa?: ¡Que debemos hacer el bien!
Querer estar en la constante presencia de Dios, imitándolo a él, a Cristo; actuando con amor. Cuando Jesús no nos reconoce, es porque nuestro pecado nos oculta. Y por más que él nos busque para librarnos de todo mal, si nosotros no nos arrepentimos, él no puede hacer nada más que esperar. El perdón de los pecados se nos da por la misericordia de Dios, porque él nos creó y quiere que podamos llegar a su Reino. Pero, tenemos que hacer compromisos.
¿Estás listo para comprometerte con Dios?
Sin que nos asustemos; la palabra “compromiso” resuena mucho en la mente, implica darnos a nosotros mismos para el bien de los demás. Sin embargo el compromiso que hacemos es para nuestro propio beneficio. Sí, principalmente el que hacemos con Dios; porque hacemos una promesa de llevar a cabo algo de la mejor manera posible y eso, siempre es bueno para el alma. Si me comprometo a no ofender, estoy protegiendo mis emociones; si mi compromiso es no faltarle al respeto a nadie, me estoy dando mi lugar, respetándome a mí primero; si decido servir a los demás, estoy haciéndome humilde y no importa que tan grande sea, me hago pequeño para poder entrar en la puerta del Reino de Dios.
Hay compromisos hermosos que Dios valora con mucho interés para nuestra santidad. Entre ellos es estar libre de pecado, en oración, es asistir con un corazón arrepentido al Sacramento de la Reconciliación para poder aceptar el perdón de quien me ha lastimado y poder recibir la Eucaristía con todo mi ser, y preparado a que mi compromiso sea de fe, sea fiel, sea de amor hacia mi Creador.
¡Es querer ser de esos pocos que se salvan!
Propósito de hoy: Este día comienzo a caminar más cerca de Dios, orando por mis hermanos y aprendiendo a servir a los demás con amor, asumiendo el compromiso de ser cada vez mejor.