Lucas 12, 54-59 “¿Por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente?”
El tiempo presente, aunque el Evangelio de Lucas y las palabras de Jesucristo fueron hace mas de dos mil años, sigue siendo tan actual…es nuestro presente. Los Evangelios nos narran la vida del Hijo de Dios a interpretarse como si estuviera pasando en este momento y como si los protagonistas fuéramos nosotros, sí, tú y yo.
Hoy Jesús nos invita a interpretar los signos del tiempo presente, del ahora y del aquí. Y los signos no son otros que el amor. Y en el amor entra la comprensión y el perdón entre unos y otros. Nos habla de la lógica con que hacemos las cosas y de la manera de ser justos en cuanto a rendir cuentas a nuestros adversarios: “haz todo lo posible por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel”, porque entonces se nos va a dar el castigo según el mal que cometimos. Y esto nos lleva a pensar que el diálogo es muy importante para llegar a tomar acuerdos con los demás, y poder ser justos.
Para nosotros debe ser de mayor importancia tener un diálogo continuo con Dios, estar en comunión con él y en oración platicarle de nuestras fallas, nuestros miedos, nuestro dolor. Dios está siempre ahí para escucharnos, para ayudarnos a pedir perdón y no caer en un juicio tan fuerte que nos dure hasta la eternidad. Muchos temen a Dios porque creen que solo sabe castigar y están en un error; Dios no castiga a aquel que se ha arrepentido y lo demuestra ante el altar. Dios es misericordioso y nos perdona solo con el hecho de acercarnos a él con un corazón arrepentido, con honestidad en nuestra voz y con el amor que él ha puesto en el corazón de cada uno de sus hijos.
Tener temor de Dios no es tenerle miedo, no. Significa tener miedo de que nuestras obras, acciones, palabras vayan en contra de nuestra postura de amarlo por sobre todas las cosas, es temer ofenderlo de obra u omisión, es no cumplir con el mandamiento primero de amarlo por sobre todas las cosas, con todo nuestro cuerpo y con todo nuestro ser. Es por ello, que amar a Dios es lo más importante para todos los católicos porque nos ayuda a tener fe y a confiar en él.
Hablemos pues con sinceridad, reconciliémonos con nuestro hermano, seamos prudentes al momento de externar una opinión y de actuar para no estar en contra de nadie y para no lastimar el amor que nuestro Señor tiene por nosotros. Vamos interpretando los signos de Dios, que nos llevan por el camino hacia una vida de amor y de paz con los demás.
Propósito de hoy: Quiero actuar con el cuidado necesario para escuchar la voz de Dios en cada momento, sin temer a ofenderlo con mis palabras, o mis acciones.ñ